Curioso el plano detalle con el cual arranca “Ellos te eligen”. Una pecera, con peces, claro, de esos que uno compraría como mascotas y luego deja ahí sobre algún aparador. Es una forma de incorporar una (o varias) vida a lo cotidiano.
¿Por qué peces? ¿Por qué no un perro para esta apertura? Parece pues, que al estar encerrados en una pecera, no emitir sonido alguno, ni influenciar el día a día más que para detenerse unos segundos a tirarles alimento en el agua, los peces, al igual que los chicos abandonados recluidos a orfanatos, no representan para “el afuera” ninguna responsabilidad. Observarlos de vez en cuando, y nada más. Y es que en definitiva no existe voz o voto por parte de las mascotas, o los chicos a la hora de ser adoptados.
Con esta premisa el director Mario E.Levit parte con su cámara en busca de respuestas para plantear un asunto harto interesante: ¿Qué peso tiene el sentir, el saber, o la opinión de los chicos dados en adopción? Con la palabra didáctica del licenciado. Gonzalo Valdez, “Laui” Salvador, de Ser familia por adopción, Marianela Ripa, de la Dirección de Niñez, adolescencia y familia de Mendoza, etc, vamos comprendiendo el lugar en el que se para el texto cinematográfico: el de los chicos.
Obviamente las entrevistas a estos especialistas resulta fundamental para comprender y dimensionar la problemática que recala directamente en la falta de herramientas del poder judicial. En manos de un juez y de las herramientas que tiene está entonces la capacidad de poner “pausa” en la vida de un chico hasta que los procesos de adopción se terminan. Una vida cuyo progreso social puede estar detenido por dos, tres o cuatro años.
Ver “Ellos te eligen” es asistir a un conjunto de experiencias sobre la adopción, y un interesante debate que converge en la idea central: el problema tiene una mirada tuerta y el ojo que falta es el de los chicos.
La discusión está abierta, sí, pero el tiempo que se pierde es el de ellos.