Hace unas semanas se estrenaba en nuestro país la belga "Las chicas de la banda", una comedia sobre unas mayorcitas integrando un grupo de hip hop (todavía está en cartel), y una de las críticas (la principal) que yo mismo le hice en este sitio era que si bien ponderaba el “aguante” del trío, no podía evitar caer en burlarse de ellas al ubicarlas en situaciones ridículas, supuestamente para exclusividad de los jóvenes. Unos días después nos llega "Elsa y su Ballet", documental de Darío Doria, y claramente se ubica en las antípodas.
Elsa Agras es una profesora de danza, pero se destaca del resto, de lo común, por un simple dato... tiene 87 años, y no sólo ella, toda su agrupación es un canto a la vida.
El mayor acierto es dejarla hablar a ella, no ser una lente entrometida, sino dejar que la propia protagonista sea quien maneje los ritmos.
Elsa nos cuenta su historia (comenzó sui vocación a los ¡71 años!), la vemos en escena, bailando ritmos y estilos diversos, ejerciendo, dando clases, haciendo lo que ama... y a través vemos a sus “estudiantes”, y uno no puede más que admirarla.
El clima que se maneja es de por más ameno, tranquilo, y sin embargo no decae nunca, se la sigue con mucho interés; y eso es gracias a la historia/s de vida, Doria sabe que la propia Agras es esplendorosa por sí misma, y no necesita de agregados para agrandar su imagen.
Hay determinados momentos para el humor, para anécdotas divertidas, pero siempre con respeto, poniendo el foco en las ganas de vivir.
No temen mostrarse jóvenes, sin importar la edad, ellas saben que son vitales, que están más vivas que mucha gente de mucho menor edad; y eso es lo que aporta gracia, total empatía. Las chicas de Elsa se exponen ante situaciones “juveniles”, pero no se sienten ridículas, saben que lo hacen bien, y sino no les importa; hasta podríamos decir que no buscan la profesionalidad, buscan encontrar un camino para seguir sintiéndose vitales.
También hay un interesante enfoque sobre el arte y su concepción, ¿qué es arte? ¿cuáles son sus “servicios”, su “utilidad”?, son esos momentos de reflexión donde Elsa y su Ballet se torna más seria.
Es imposible no hablar de "Elsa y su Ballet" y remarcar repetidamente las palabras vida, vitalidad, juventud; eso es lo que respira esta película, ganas de continuar. La “protagonista” dice aborrecer términos como “tercera edad” y similares, y viendo su historia es entendible, no se puede la puede encasillar, son mujeres atemporales, quizás en su mejor etapa, y sino por lo menos le dan pelea; esto solo ya es mucho más de lo que se puede decir de muchos otros.La cámara de Doria (Grisinópolis) la capta en toda su esencia, valiéndose de su bastón y de una fuerza impresionante, maneja un grupo numeroso (aproximadamente 60 mujeres), con una brecha de edad amplia, van desde los 40 hasta los 90, y de diferentes profesiones y clases sociales; lo que las une son las ganas de seguir adelante.
Quizás se apoye mucho en sus “documentadas”, en el aspecto de film en sí, no es precisamente original, hace uso de recursos ya conocidos, pero lo necesita; digamos que en aspecto técnicos se trata de un documental promedio, y esta bien que así lo sea. "Elsa y su Ballet" solamente posa su cámara, deja que los personajes pasen frente a ella, y estos son tan ricos, que con eso sólo ya le alcanza para hacerla altamente disfrutable.