Mirar emojis para no mirar el smartphone
El concepto, ya desde el titulo, suena realmente mal. Pero, en la práctica, esta odisea emoticona al menos tiene un par de ideas argumentales divertidas, pensadas para dar rienda suelta a imágenes delirantes que se elevan por sobre las obvias limitaciones de los personajes. Justamente, para lidiar con la necesaria ausencia de matices de caritas sonrientes o lloronas destinadas a mantener esa actitud en toda situación, la historia se enfoca en un emoji problemático que no puede dejar de expresar la más amplia variedad de emociones incontenibles.
El diseño de estos jeroglificos del mundo moderno se queda un poco corto en varios niveles, especialmente al dotar a las caritas y manitos con unas terribles patitas. Pero hay que reconocer que el demente universo en el que se mueven está lleno de detalles imaginativos, equilibrando lo desparejo del asunto. La dura vida del emoji, destinado a esperar estoicamente a ser elegido por el usuario, deriva en situaciones kafkianas, y la progresión pesadillesca siempre está acompañada por desaforadas explosiones multicolores que casi logran lo imposible: distraer al espectador de la pantalla de su smartphone.