Cada app es un mundo.
En el universo de Emoji la película, cada aplicación instalada en un celular es una caja donde cabe un mundo. Dentro de la aplicación de mensajería existe Textópolis, una ciudad donde viven y trabajan todos los Emoji, siempre listos para pararse frente al escáner cada vez que el usuario los necesite.
Cada emoji tiene una función única y específica, excepto Gene, el hijo de dos Meh! que es incapaz de mantener el gesto desinteresado para el que se supone que ha nacido.
El primer día de trabajo de este atípico emoji termina en desastre, cuando un ataque de pánico le hace expresar varias emociones a la vez, haciendo quedar mal al usuario con la compañera de escuela que le gusta. Al descubrir que Gene es un glitch, ordenan al sistema de seguridad eliminarlo, pero él logra darse a la fuga y conseguir la ayuda de HiFive, un emoji con forma de mano que cayó en desgracia desde que lo sacaron de la lista de favoritos.
Es justamente este nuevo amigo quien le sugiere reclutar la ayuda de un hacker para reparar su código fuente y poder hacer su trabajo como corresponde, iniciando una serie de aventuras a través de las diferentes aplicaciones del teléfono.
Las palabras no son cool:
Cuando se anunció que estaban trabajando en Emoji la película, se produjo bastante desconcierto y se especuló con que era una película planeada exclusivamente para explotar algo que está de moda. Después de verla, además de confirmar la especulación, queda la sensación de que es -esencialmente- la visión que tienen unos ejecutivos de estudio sobre el mundo de esos nietos que ven solo para navidad y cumpleaños.
Sobre la trama no hay mucho para decir más allá de la sinopsis, no resiste un análisis aunque tampoco pretende hacerlo: un protagonista acompañado de un amigo algo tonto y cómico, consiguen la ayuda de un tercero que conoce el camino hasta donde cada uno por sus propios motivos quiere llegar, apremiados por la doble amenaza del antivirus y un usuario que se cansa de las fallas de su teléfono y planea formatearlo.
El camino hasta la utópica “nube” donde todos sus problemas se arreglarán, los lleva a través de distintas aplicaciones, sin mucha más lógica que incluir a todas las que consiguieron negociar el product placement.
Si suena parecido a Ralph el Demoledor es porque la sensación de cercanía está ahí latente, aunque sin nada de ese carisma que tuvo Ralph.
Las reglas de ese mundo no son fijas y se acomodan a lo que necesitan a cada paso sin mucha coherencia, por lo que ni siquiera deberíamos meternos en ese tema; en estos casos una historia simple suele ser perdonada porque el público para el que están apuntadas no requiere nada complejo, algo que se compensa con personajes carismáticos y una propuesta visual atractiva.
Esto tampoco sucede en Emoji la película, donde los personajes son tan chatos como un celular último modelo y nunca nos importa mucho lo que pueda sucederles, ni siquiera durante una escena que recuerda sospechosamente a ese momento de Intensamente donde hasta Chuck Norris soltó una lágrima.
Casi todo el humor, punto que pretende ser relevante en la película, recae en juegos de palabras sobre la forma de cada emoji. Puede ser simpático si sorprende, pero a la quinta vez que HiFive hace un chiste con manos o Popó tira alguna frase del tipo de “Yo siempre salgo con estilo”, ya se vuelva bastante poco tolerable y confuso, porque si bien toca temáticas de los pre-adolescentes, lo hace pareciendo apuntar a gente mucho más joven.
Por el lado de la animación tampoco hay mucho para destacar, y visualmente está muy por detrás de otras películas animadas recientes tanto en diseño como en ejecución, completando la sensación de ser una película hecha sin ganas, para cumplir con una cuota más que para intentar proponer algo interesante. El amplio universo de emojis pone en bandeja montones de personajes ya diseñados para aprovechar, pero en cambio se conformaron con simplemente tirarlos ahí sin agregarles nada.
“No es fácil ser aburrido” dijo el póster.
“Hold my beer” dijo la película.
Conclusión:
Difícilmente Emoji la película resulte de interés para alguien mayor a diez años, y ni siquiera en esos casos espero que se convierta en una película que pidan volver a ver.