Una comedia que intenta sintonizar con estos tiempos, pero que no quedará precisamente en la historia del género.
Un poco de Tron, otro de Ralph, el demoledor, medio kilo de Intensa-mente, tres pizcas de Angry Birds y dos cucharadas de La gran aventura Lego. Mezclar esos componentes y poner al horno medio hora: el resultado será una película muy parecida a Emoji.
El film de Tony Leondis es un refrito que nunca alcanza vuelo propio. Su idea principal ya a estas alturas está gastada es imaginar cómo sería el mundo “dentro” de la tecnología, en este caso a partir de una aplicación de celular. Aquí conviven todas las caritas mientras esperan que el chico tímido dueño del aparato se disponga a mandar un mensaje de texto. Mejor dicho, de emoticones, porque Emoji: La película desprecia abiertamente el lenguaje escrito.
Como en Intensa-mente habrá un comando central desde donde se elige al emoticón de turno para mandarlo a la pantalla. Pero todas las caritas tienen que tener un único gesto, porque si no dejarían de servir para su misión ilustradora. Y Meh tiene varias, por lo que es una falla del sistema que la malvada Smiler intentará eliminar para evitar un formateo.
Meh huirá con la manito Hi-5 y una hacker, desatando así un recorrido por distintas aplicaciones. En ese sentido, Emoji es el triunfo de product placement, con Facebook, Twitter, Instagram, Just Dance, Candy Crush, YouTube y Spotify convertidos en “locaciones”. Y ese parece ser el objetivo máximo. La gracia y los buenos chistes habrá que buscarlos, al menos en este caso, en otra plataforma.