Basta con tener algún servicio de internet, telefonía o cable, y haber intentado hacer algún tipo de reclamo, para entender la bronca justiciera que propone En la mira, la ópera prima de Carlos Gil y Ricardo Hornos, protagonizada por Nicolás Francella, Emilia Attías, Paula Reca y Gabriel Goity.
En una Buenos Aires donde el calor azota sin piedad y los cortes de luz son una constante, Axel Brigante (Nicolás Francella) es un joven al que se lo ve más o menos conforme con su vida de empleado en el call center de una compañía de telefonía e internet. A pesar de que vive con su novia Martina (Paula Reca), Axel se permite encuentros fogosos con su jefa Ximena Solis (Emilia Attías), quien lo manda a llamar en horas de trabajo para encender el fuego que los mantiene al rojo vivo.
Axel es expeditivo y demuestra paciencia con los clientes, y en uno de esos días laborales complicados recibe la llamada de un cliente justo cuando tiene que hacer el cambio de horario con un compañero que llega tarde. Quien entra en línea es Figueroa Mont (la voz de Gabriel Goity), un cliente que quiere dar de baja el servicio y que la empresa intenta disuadir con una serie interminable de pasos previos.
Figueroa Mont está cansado de las vueltas que le dan y le dice a Axel que si no le da de baja el servicio le disparará en la cabeza, ya que lo está apuntando desde otro edificio con un rifle de alta precisión. De este modo, el protagonista queda atrapado en una situación en la que cualquier paso en falso puede costarle la vida.
Con referencias a películas como La culpa (tanto la danesa como la norteamericana) y Relatos salvajes, de Damián Szifron, Gil y Hornos tratan de resolver el problema de la historia en sincronizados 85 minutos y en clave de thriller desesperante, que transcurre prácticamente en una sola locación.
Sin embargo, las intenciones de los directores por hacer una película de género novedosa y contundente, en la que todo funcione como un relojito y el suspenso haga vibrar al espectador, no alcanzan para honrar a una tradición cinematográfica que tiene una larga lista de películas con mucho pulso narrativo, comprensión de la puesta en escena y claridad argumentativa, cosas de las que, por momentos, carece En la mira.
La subtrama con el personaje de Attías tampoco llega a tener convicción dramática (como si entre los dos no hubiera química) y sus encuentros sexuales se parecen a una publicidad de lencería costosa. Todo indica que la relación de ambos está para justificar una vuelta de tuerca final que no hace más que hundir a la película en la obviedad. Además, el motivo que mueve al personaje de Goity no queda del todo claro.
El hecho de que casi todos los personajes tengan algún rasgo despreciable puede ser considerado un acierto involuntario. Por ejemplo, la presentación y el desarrollo del supervisor engreído y medio idiota interpretado por Maxi de la Cruz es uno de los elementos más logrados.
Por eso mismo, el villano que apunta con el arma tiende a empatizar más con la audiencia, quien se sentirá identificada con él de modo automático. Es esa cosa poco clara y ambivalente que tiene la película, y de miedo de dejar al personaje de Goity como un verdadero héroe, lo que la condena y, a su vez, lo que la redime.