Aunque el pronóstico del tiempo hable de temperaturas sofocantes, Axel Brigante (Nicolás Francella) siente al despertarse que la vida le sonríe. Todo parece andar bien con su novia médica (Paula Reca), planes cercanos de boda incluidos. Y al mismo tiempo, el nuevo día le promete un nuevo encuentro con otra mujer (Emilia Attias) que le despierta unas cuantas fantasías.
Enseguida lo vemos trasladarse a su trabajo como empleado del call center de una empresa internacional de telefonía. Allí, Axel muestra disposición, autocontrol y destreza para tratar del mejor modo a sus clientes. Tal vez no sea para él un trabajo ideal, pero tiene todo bajo control y un único obstáculo: un jefe engreído que trata de imponer en todo momento y con malos modos su modesta autoridad.
Una orden superior, más la inoportuna demora de quien debía llegar a cubrir su turno, lo obligan a atender el llamado de un cliente muy enojado (Gabriel Goity) que de manera insistente, ceremoniosa y con un tono cada vez más amenazador reclama la baja del servicio. A Axel se le acaba la persuasión cuando su interlocutor dice que lo está apuntando con un arma desde un lugar imposible de localizar. Sus planes, su mundo y hasta su rutina empiezan a tambalear.
Una primera versión de esta historia apareció en la apertura de Encerrados, serie creada por Benjamín Avila y Marcelo Müller en 2015 con episodios unitarios que permaneció inédita tres años, se estrenó en Netflix y hoy está disponible en la plataforma Contar. Ese relato es mucho más breve, apenas media hora que alcanzaba para exponer de manera compacta cuáles pueden ser los efectos de esta situación en el ánimo de una persona que trata por todos los medios de escapar de la rutina y no puede hacerlo.
La versión extendida de la misma historia que propone En la mira dura, narrada casi en tiempo real, viaja por más escenarios (va del departamento de Axel al call center y desde allí hacia algunos otros espacios del edificio de la empresa, incluyendo algún flashback), cuenta con recursos de producción mucho más amplios (todos los rubros técnicos funcionan de manera impecable) y, en términos conceptuales, maneja un concepto más dinámico y moderno de ese espacio de trabajo. La lánguida angustia de Julián Ayala (Martín Slipak), el empleado del call center del episodio de Encerrados, le deja ahora su lugar a la imagen más cool y decidida de Axel, interpretado con mucha seguridad y determinación por Francella.
En la superficie, la película parece apuntar hacia otras direcciones: un calvario interminable para el protagonista como castigo simbólico a quien sucumbe a ciertas tentaciones, mezclado con críticas veladas a un clima laboral tan agobiante como la temperatura exterior y un giro final aparentemente imprevisible, mientras se apoya todo el tiempo en una estética televisiva tan prolija como anodina (su destino inevitable es el streaming). En la mira, versión corregida y aumentada del primer episodio de una serie, no puede escapar del encierro que le impone ese formato.