Treinta años después
La figura de Salvador Benesdra, periodista, escritor, psicólogo, traductor, autodidacta, autor de El Traductor, para muchos la novela argentina insignia de los 90, considerado el sucesor de Roberto Arlt, que se suicidó a principios de 1996 a los 43 años, sin que consiguiera que la publicaran, es reconstruida en Entre Gatos Universalmente Pardos (2018), una película necesaria no solo para acercarse a un hombre digno de una película sino también para entender la realidad política actual.
Hoy El Traductor es una novela de culto que tras una primera edición por Ediciones de La Flor en 1998 volvió a reeditarse en 2012 por la editorial independiente Eterna Cadencia. Son 672 páginas que recorren la crisis ideológica y sentimental de la izquierda en la última década infame argentina ante el avance de las políticas neoliberales. Benesdra no la pudo ver publicada. Las editoriales la rechazaban, los concursos no la premiaban y su autor, que había sido despedido del diario Página 12, donde trabajaba en la sección de Política Internacional, inestable psicológicamente se quitó la vida un 2 de enero de 1996 arrojándose al vació desde el piso 10 de un departamento en el porteño barrio de Congreso.
Damián Finvarb y Ariel Borenstein buscan reconstruir la figura de Besnedra casi con la misma lógica con la que funciona El Traductor. Entre Gatos Universalmente Pardos no es una película colosal ni dura varias horas pero si podríamos decir que ambas obras artísticas mantienen la misma idea política y estética. La estructura de la película es la de una típica biopic documental, dividida como si se tratara de los capítulos de un libro, que se va armando a partir de testimonios de quienes conocieron a Besnedra (desde periodistas, escritores, políticos, amigos y ex parejas) a la vez que se entremezclan viejas fotografías, audios y una vieja película casera en la que Besnedra se autofilma a modo de testamento.
Si bien es cierto que la sucesión de testimonios por momentos puede agotar la idea (sin duda los autores pusieron más énfasis en el contenido que en la forma), Entre Gatos Universalmente Pardos adquiere un doble valor, no solo por recuperar la figura de un personaje desconocido por muchos y olvidado por otros, una deuda que la literatura aún mantiene pendiente, sino también porque como en El Traductor de los años 90, la película pone en debate la avanzada neoliberal y sus consecuencias. Claro que 30 años después.