A contramano de los puristas que respetan la enorme distancia entre cine y literatura, cada vez más realizadores argentinos se proponen retratar a escritores, en general compatriotas. Como Agustina Massa y Fernando Krapp con Aurora Venturini, Rusi Millán Pastori con Alberto Laiseca, Carlos Castro con Manuel Puig, Ariel Borenstein y Damián Finvarb lo hicieron con Salvador Benesdra. Entre gatos universalmente pardos se titula el documental que esta dupla de directores le dedicó al periodista, políglota, militante, autor de El traductor y El camino total, que se suicidó a sus 42 años el 2 de enero de 1996.
Al igual que sus colegas, Borenstein y Finvarb ofrecen una semblanza consecuente con la figura elegida. De alguna manera, el protagonismo acordado a la novela que en 1994 aspiró sin éxito al Premio Planeta honra una fantasía del Turco Benesdra: que los hombres y mujeres del futuro encuentren en El traductor una guía para comprender la sociedad de fines del siglo veinte.
Dos décadas después de la publicación post mortem del libro, el repaso de algunos extractos, así como la reconstrucción del trabajo de escritura y de presentación en distintas editoriales, permiten recrear un clima de época y además (re)descubrir a un intelectual irreductible a la redacción de esa única novela. Borenstein y Finvarb complementan las revelaciones del Traductor con aquéllas surgidas de un video que Benesdra filmó poco antes de matarse, de mensajes grabados en contestadores automáticos, de fotos tomadas por parejas, amigos, colegas, del testimonio de estos integrantes de un círculo afectivo que incluye a compañeros de militancia.
La investigación periodística es sin dudas el motor de este documental cuya potencia depende en gran medida del material recabado y de la diversidad de fuentes consultadas. Daniel Divinsky, Elvio Gandolfo, Silvia Plager, Ernesto Tenembaum, Rubén Levenberg, Carlos Rodríguez, Tato Dondero, Pablo Heller figuran entre los referentes de los ámbitos editorial, periodístico, académico, sindical, partidario.
La locura constituye otro eje temático del largo. Entre los entrevistados, una ex pareja señala indicios evidentes en los ojos del Turco fotografiado justo antes de algún brote psicótico. Otros la recuerdan agazapada en ciertas arengas gremiales, o explícita en alucinaciones revolucionarias. Revolotea, constante, la hipótesis que vincula enajenación y genialidad.
Además de devolvernos a Benesdra, Entre gatos… nos traslada a la Argentina menemista y, en ese marco, a la lucha de los trabajadores de Página/12 contra los despidos que siguieron al cambio de manos del diario. La incursión por aquel pasado laberíntico aumenta la consistencia de la semblanza de otro escritor que sabe acortar distancias entre cine y literatura.