TOC TOC al cubo En Eso que llaman amor (2015), Victoria Chaya Miranda construye un relato coral sobre el desamor, los trastornos obsesivos compulsivos y la dependencia a los vínculos, desde el retrato de tres mujeres muy diferentes pero con una misma psicopatología. Zara (Diana Lamas) es una artista plástica en pareja con Francisco (Roberto Vallejos), un mujeriego (y adicto al sexo) empedernido capaz de serle infiel hasta con su mejor amiga y en su propia casa. Zara lo sabe pero algo la ata a ese hombre que lo único que tiene para darle es infelicidad. Verónica (Verónica Intile) es actriz, tiene un padre que la mantiene y que a su vez es el jefe de su novio con el que está atravesando una crisis. Conoce a otro hombre pero lo rebalsa de demandas y planteos inútiles. Él quiere huir pero para ella es una obsesión. Mora (Laura Cymer), trabaja de camarera y tiene una madre manipuladora que la vive psicopateando. Es adicta a los hombres pero no logra tener una relación estable. Tres historias con puntos en comunes que se cruzan pero sin la necesidad de una conexión forzada entre ellas. Eso que llaman amor es una un híbrido que combina el drama, la comedia romántica y el humor pero sin convertirse en un pastiche sin sentido, sino donde se combinan cada uno de los elementos que rigen a cada género en la medida exacta y sin perder el eje de cada conflicto. Esto producto de un guion trabajado en cada detalle y de personajes creíbles, más allá de lo absurdo que pareciera el modo que tienen de actuar. Miranda trabaja la historia no solo de manera coral, sino que también la alterna temporalmente. Cada uno de los relatos, cruzados entre sí pero conectados por los personajes, va y viene en el tiempo. Esto hace que se necesite de un espectador activo para no perder detalle y conectarse con la narración. Otro elemento destacable es la música, con la participación de una cantante en vivo (Gilda Guichenduc) que le dará a la propuesta un matiz particular y por demás de interesante. Sin ser un recurso novedoso, es una forma de airear el encierro mental en el que viven. La neurosis de estas tres mujeres le servirá a Miranda para realizar un retrato pintoresco de una época en donde los TOC (Trastornos Obsesivos Compulsivos) pasaron a ser los verdaderos protagonistas de la sociedad del nuevo milienio. Llevando al ser humano hasta límites insospechados en su forma de amar.
Estados alterados y al borde del ataque Si las mujeres de Almodóvar estaban al borde del ataque de nervios y tenían sus motivos (gracias a los cuales todo lo que les pasaba resultaba gracioso), las que aquí quieren ilustrar con sus deshilvanadas y embrolladas historias qué es eso que llaman amor están lejos de gozar de un estado anímico más estable y menos alterado. Al contrario: en la vida de a dos según ellas (o mejor, según la autora del film) no cabe demasiado amor, aunque la palabra se oiga a menudo, y en cambio desborda de conflictos, agresiones, choques, rupturas. desvaríos. Los motivos pueden ser los de siempre: el desgaste de la convivencia, los celos, los malentendidos o simplemente la inmadurez y la inseguridad que cada uno trae consigo. Lo grave es que este despistado y frenético cuadro (apaciguado al final sin mucha convicción) es además superficial y confuso y desecha el humor. Los actores hacen lo que pueden.
Trabajos de amor perdidos, sentimientos repetitivos "Eso que llaman amor" era una canción de Raphael, donde hablaba de un ser vivo que vuela sin rumbo, "si te llega te llega y empieza el delirio", "un ángel con flechas directas al alma que vienen del cielo a darnos la gloria, la dicha, el placer más divino". Todo el mundo tiene buenos recuerdos de haber vivido algo semejante, y le gusta revivirlos en las canciones, las pantallas, y algunas personas también en los secreteos con sus amigas. Pero después venía la segunda parte: "El hombre tan torpe, tan necio, de un soplo lo extingue", "lo enfrían los días, el tiempo, se hielan los besos o surge otro sueño que acaba con eso que llaman amor". Bueno, esta película empieza directamente por la segunda parte. Más feo todavía: empieza por la larga crisis que viven algunas parejas, cuando ya no pueden vivir con amor pero necesitan convivir con odios y reproches. Y ahí se quedan largo tiempo, las parejas y la película. Hasta que el tiempo acomoda y mejora las cosas, o al menos eso parece. Esa exposición beneficia a las actrices, que acá, interpretando distintas historias paralelas, sufren, lloran, recriminan, se irritan, se angustian, se apaciguan, se proyectan en hechos creativos, y también besan, por amor, por desesperación, por agotamiento, en fin. Más de una espectadora se identificará con ellas: Diana Lamas, Laura Cymer, Verónica Intile, Irene Almus. El elenco masculino se luce menos. También la película se luce menos, aunque sus defectos formales sean cubiertos por el interés del tema y la posición asumida. Autora, Victoria Chaya Miranda, directora de la serie "Los chicos del puente" (Canal 7), debutante en cine.
Cuántas veces habremos escuchado, -incluso experimentado-, que del amor al odio hay un solo paso o bien, del sentimiento de un amor no correspondido, mal interpretado o el corazón "partío", como cantaba Alejandro Sanz. Este es el camino que eligió Victoria Chaya Miranda para contar la historia de 3 mujeres con conflictos propios que afectan sus relaciones de pareja. Vamos a encontrarnos con Zara, una artista plástica obsesiva, celosa, -con razón-, que quiere tener un hijo, pero su par no concuerda y de hecho, su negativa es porque él no es fiel, no quiere entablar un compromiso y no se siente con la responsabilidad para ser padre. Por otro lado, está Mora, una niña mujer, con su conejito tamborillero y sus crisis asmáticas y alérgicas con la asfixia que le causa su madre; ha encontrado a un buen hombre, pero sus temores pueden más que el afecto que le puedan brindar. También está Verónica, una chica más que complicada, con tendencias suicidas, se está alejando de su novio y está acercándose a otra persona, que le salvó la vida, que la rescató y que es parte de su trabajo como bailarina contemporánea. Las tres unidas por el arte, -pintura, fotografía, teatro y danza-, las 3 en crisis por el amor y por la maduración. La peli tiene dos puntos de encuentro entre estas protagonistas femeninas que no se conocen entre sí pero que se relacionan indirectamente por los hombres que las tienen en vilo o por algún encuentro casual: el primero (no cronológicamente aunque aparezca de esta manera en la estructura) es la vernisage de Zara, en donde, exhibe su trabajo y se muestra más tranquila y equilibrada; lo mismo que Verónica, que estará acompañada por Alberto mirando su retrato de cuerpo entero y Mora, expectante y sobresaltada por reconocer a alguien entre el público. Otro punto de encuentro es cuando se desata un desafortunado episodio en un bar, allí confluirá el raconto en mirada retrospectiva de cómo fueron evolucionando los asuntos hasta llegar a esa escena y desde los puntos de vista de los personajes intervinientes. Por momentos creí estar viendo "Relatos Salvajes" por la fuerza y la violencia de algunas peleas. En otros instantes, es como un filme de Tarantino pues la edición no lineal de la trama hace trabajar al espectador para componer el rompecabezas de los tres relatos. La banda sonora con temas preparados especialmente para el filme fue compuesta por David Bensimon y Mauro Cambarieri. Es uno de los puntos fuertes además de las actuaciones de Diana Lamas (Zara), Laura Cymer (Mora) y Véronica Intile (Véronica). Asimismo destaco la presencia de Carlos Portaluppi, Roberto Vallejos, Gustavo Pardi, Lucas Ferraro, Martín Crespo y Matías Marmorato. En cuanto al desarrollo de la peli, si bien es interesante, me pareció un poco confusa en las idas y venidas de los distintos conflictos internos y cuando se producen los encuentros. Es un trabajo dramático que tiene lo suyo, en mi opinión, podría haber dado un poco más en cuanto al tratamiento del guión, que reitero, por momentos me resultó poco claro. Digo que es mi óptica pues se trata de un largometraje que viene del exterior cargado con una serie de premios importantes a nivel nacional e internacional. Punto aparte, tiene un destino incierto en el mercado local, que es donde nació y al que pertenece. Un toque de atención, teniendo en cuenta el esfuerzo económico para un proyecto que llega a la pantalla con breve aliento para dar lugar a aquellos que siguen teniendo ventaja en cuanto a producción y distribución como muchas otras pelis que sufren esta misma condición.
La guionista y directora Victoria Miranda se pone tras las cámaras de tres historias de ¿amor? que se van cruzando entre sí, con ciertos paralelismos. Financiada gracias a la plataforma de crowfunding Idea.me, “Eso que llaman amor” es una película pequeña, rodada sólo en 20 días, que no pretende retratar qué es el amor (tarea difícil si me preguntan) sino que se enfoca en relaciones en que sus propios protagonistas gritan las palabras “amor” pero sin parecer saber realmente de qué están hablando. Es por eso que más que retratos de historias de amor, parece ser la obsesión el tema principal. Miranda pone como protagonistas de cada una de estas tres historias a tres mujeres, de vidas y ambientes diferentes, pero que terminan dependiendo demasiado de una pareja, de un hombre, que en general no las valoran y no se portan bien con ellas, pero esa obsesión a la que hacía referencia previamente no las deja avanzar sin ellos. Las tres mujeres son personajes rotos, frágiles, que al no estar bien con ellas mismas no logran nunca formar una relación estable y caen en esas relaciones más bien enfermizas. La directora presenta a cada personaje por un lado y luego va y viene en el tiempo para ir conectándolos. En general estas conexiones están bien, no se sienten forzadas, y las historias, a la larga muy parecidas, en especial las dos primeras, al menos en las actitudes de ellas, terminan reforzando la idea. El guión tiene algunas flojezas, como ciertas cosas muy subrayadas y obvias, pero en general presenta, sin necesidad de ninguna historia muy original (a la larga son historias que en el cine vimos muchas veces), un lindo abanico de personajes femeninos acompañada por una linda banda sonora original. El problema es que el género femenino termina pintado como un poco débil, sabemos que en el fondo todos queremos ser amados pero acá está todo tan subrayado que se le siente un poco la falta de dimensión especialmente a las dos primeras historias. Chiquita, honesta y sin muchas pretensiones, un retrato sobre lo que la falta de amor y la necesidad imperiosa de amar y ser amados puede provocar en las personas.
Irreconciliables diferencias El guión pinta las relaciones de pareja con roles esquemáticos. Las actuaciones son flojas y los diálogos, inviables. Eso que llaman amor, primer largometraje de ficción de Victoria Miranda, intenta ser una pintura de las relaciones de pareja actuales a través de las historias de amor (o, más bien, desamor) de tres mujeres, con una estructura coral que hace que las protagonistas coincidan fugazmente en dos lugares y que las tres historias tengan personajes en común. El principal inconveniente de la película es un guión -escrito por la propia directora- que pinta tanto a mujeres como a hombres esquemáticamente y con modelos antiguos. A grandes rasgos, las mujeres son celosas, emocionalmente dependientes, aniñadas, insatisfechas, y los hombres son infieles, descomprometidos, volátiles. Así las cosas, es inevitable que la mayor parte de las escenas tengan un mismo tono crispado, con repetidas discusiones a los gritos que no conducen a ninguna parte. Las flojas actuaciones contribuyen a hacer aún menos viables esos diálogos y esas situaciones que recuerdan a la peores ficciones televisivas de producción nacional. Apenas en algunos pasajes, Laura Cymer (surgida en Magazine For Fai, actualmente es sor Diana en Esperanza mía) consigue sacar la cuestión a flote gracias a sus dotes para la comedia. Pero no alcanza.
¿Qué es el amor? Una pregunta compleja, con muchas respuestas e interpretaciones. Entonces surge otra pregunta: ¿qué entendemos por amor? ¿No se estará confundiendo ese concepto con otros que, en realidad, terminan poniendo en peligro todo lo bueno? Eso que Llaman Amor, ópera prima de Victoria Miranda, explora -de manera más intimista y seria, aunque no carente de humor- las respuestas a ese interrogante. La película está constituida por tres historias protagonizadas por tres mujeres. Por un lado, Zara (Diana Lamas), una artística plástica, intuye que Francisco (Roberto Vallejos), su pareja, no le es fiel. Por otro lado, Verónica (Verónica Intile), una bailarina atormentada, con tendencias suicidas, que comienza a salir con Alberto (Gustavo Pardi), un muchacho compasivo, pero la tensión entre ambos hará tambalear el vínculo. Y luego, Mora (Laura Cymer), una camarera que vive reprimiendo cuestiones familiares y sentimentales (en este caso el hombre más cercano a su vida es Daniel, interpretado por Lucas Ferraro), aunque sus sentimientos y broncas -tarde o temprano- se manifiestan en ataques de asma y de rascarse incontrolablemente. Relaciones difíciles, por momentos alegres, por momentos muy tortuosas, en donde el concepto de amor nunca queda claro, o puede ser visto de diferentes maneras y ninguna muy agradable. A la manera de películas como Tiempos Violentos, Miranda elige una estructura coral y no lineal: los protagonistas coinciden en dos lugares específicos, y desde allí el espectador irá conociendo las no muy felices vivencias sentimentales de cada uno. Los tres segmentos tienen un enfoque realista, sin florituras ni solemnidad, presentando el costado más descarnado de una relación, con el romance, las peleas, las desilusiones, las esperanzas, y nunca dejando de lado el arte como herramienta importante de canalización. Otro de los grandes logros por parte de la directora es haber seleccionado un elenco ecléctico, con actores que suelen ser poco aprovechados en la pantalla grande, como Diana Lamas y Roberto Vallejos. El ascendente Gustavo Pardi y la debutante Verónica Intile son otros de los puntos fuertes. Laura Cymer tiene el rol más desafiante desde lo psicológico y lo físico, y logra hacerlo creíble -y querible- valiéndose de elementos cómicos pero sin caer en la parodia; el personaje de Lucas Ferraro funciona bien como su cable a tierra. También hay participaciones secundarias de Carlos Portaluppi (amigo de Zara), Irene Almus (la madre posesiva de Mora) y Matías Marmorato (mejor verlo para creer). Eso que Llaman Amor es una anticomedia romántica, ya que se aleja de las típicas fórmulas y elige sumergirse en las conductas y los hechos más problemáticos de las parejas.