Un Fausto excesivo y abrumador
Abrumadora y tediosa aproximación a Goethe. Sokurov, un realizador exquisito y autosuficiente, abruma con sus imágenes deformadas, sus oscuridades, sus cataratas de palabras y su estética, tan hermosa como recargada. Es cierto, hay planos bellísimos, pero cansa, te deja afuera, es a veces chocante. Es un filme espeso, agobiante, lleno de despojos, que tarda en empezar, que transita por escenas de una crudeza inútil y recién al final, tras un fatigante comienzo, se vuelve comprensible. Sokurov deambula por un paisaje medieval llevando la historia del hombre que después de transitar entre cadáveres y mugres decide entregarle su alma al diablo por el amor de una doncella y por llevar al límite el combate entre cuerpo y el alma, entre carne y espíritu. El dolor, el sufrimiento, la ambición, la trascendencia, la relación con Dios y con diablo, la codicia y la muerte desfilan por ese paisaje desolador dejando la impronta de un cine exaltado que a veces deslumbra, pero casi siempre cansa.