La fuerza huracanada de Mara Femicidio. Un caso, múltiples luchas (2019) es la película de Mara Avila sobre el femicidio de su propia madre. Un acercamiento a su punto de vista como “víctima colateral” del hecho. Con la dureza de la realidad que implica que la violencia de género no culmina con la muerte sino que se propaga de innumerables formas. El 19 de julio de 2005 el auto de María Elena Gómez aparece en televisión, Mara recibe un llamado a modo de alerta y minutos después el llamado de la prefectura para confirmar que su madre había sido asesinada. Ese día marcó el comienzo de una vorágine emocional que intenta reconstruir y ordenar en el documental. “¿Qué sentido tiene seguir viviendo sin la persona que más he amado en mi vida?” El fin de escarbar en la herida siempre abierta es el de crear una película capaz de visibilizar, contribuir, ayudar. La idea es crear un cine de transformación social que luche contra la opresión. El recorrido de la película comienza allá no tan lejos, en donde la palabra femicidio no aparecía en el mapa y se hablaba de “crimen pasional”. El tratamiento mediático frente a una mujer asesinada se centraba en especulaciones y justificaciones atroces. Las mujeres muertas no pueden hablar ni defenderse, pero todo lo que vomitan los medios recae en algún lado, y en este caso, sobre Mara. Hoy, su formación como comunicadora social se transformó en una herramienta para exponer a los medios en la cobertura del caso de su madre. ¿Cómo puede una persona hacer un duelo si constantemente es revictimizada? Otro término que tampoco existía en el vocabulario periodístico de ese momento. El presente de Mara y del femicidio de su madre se reescribe con los nuevos paradigmas sobre la violencia de género, la marcha de Ni Una Menos y los colectivos de víctimas que se unen para ser más fuertes. La película parece un grito contenido que al fin es gritado, con todo lo caótico que puede significar. Incierta como el propio proceso de duelo e incómoda como la misma directora y protagonista frente a la exposición de su dolor más íntimo. La fuerza huracanada de la película proviene de esta mujer que tomó la decisión de agarrar una cámara y sola a pulmón grabar su derecho a réplica frente al machismo más violento y destructivo. Machismo es que Mara haya tenido que ver en tapas de diario el cuerpo de su madre violentado con titulares que parecían el slogan de una novela. Machismo también es que Mara Avila conviva con la perturbadora posibilidad de encontrarse con el femicida de su madre por la calle. Todas estas, entre otras, son las múltiples luchas que desencadena un femicidio.
El 19 de julio de 2005 María Elena Gómez (Miss Mariela) salió con su pareja de entonces, Ernesto Jorge Narcisi, quien luego de una discusión la mató a puñaladas. Casi todos los medios catalogaron el hecho como "crimen pasional en Puerto Madero", cuando en realidad fue un claro caso de femicidio. . Tras lidiar durante una década con la bronca, la impotencia y el dolor, la hija de la víctima -Mara Ávila- se decidió a reconstruir aquella historia, a reflexionar sobre la violencia contra la mujer y a proponer una salida ligada a la militancia. Confesional e íntima en un principio, esta en principio tesina de grado con la que egresó como licenciada en Ciencias de la Comunicación de la UBA se convirtió en un documental siempre en primera persona que en distintos momentos resulta desgarrador, conmovedor, liberador e inspirador. Más allá de algunos pasajes que distraen de lo esencial (como las experiencias de la directora-protagonista con su cuerpo en sesiones de danza contemporánea), la película propone un ejercicio introspectivo, catártico y reparador para luego transformarse en una exaltación de la lucha emprendida por el amplio movimiento feminista en tiempos del # NiUnaMenos : de lo personal a lo social. Su estreno en la víspera del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, por supuesto, no es mera casualidad.
Es un emotivo documental de Mara Ávila, que cuenta en primera persona, con detalles escalofriantes, el caso de femicidio donde perdió a su propia madre, cuando esa figura legal no se aplicaba. Lo que muestra es ese camino de lucha y de duelo, a partir del asesinato de su madre María Elena Gómez, que ocurrió el 19 de julio del 2005. Un trabajo que fue la tesina de grado de la realizadora, que realizó su trabajo bajo la tutoría del realizador y docente Eduardo Cartoccio. Al lado de la realizadora aparecen performers, activistas y víctimas de violencia de género. Una muestra detallada del calvario, el duelo, la sanación posible que interpela al espectador con la sinceridad y el fuerte contenido dramático de lo vivido.
NI UNA MENOS, MIRÁ COMO NOS PONEMOS Hasta hace no muchos años atrás aquellos crímenes que hoy denominamos femicidios eran erróneamente llamados crímenes pasionales. Somos seres del lenguaje y denominar las cosas con un nombre o concepto u otro, nos marca de qué lado ideológico estamos. No es lo mismo crimen pasional, que romantiza y mesura un asesinato, que femicidio, que establece la problemática respecto a las mujeres como las grandes victimas del sistema patriarcal en el que vivimos. Este es uno de los focos de Femicidio. Un caso, múltiples luchas, documental de Mara Avila que además nos trae a la memoria el asesinato de su madre a manos de su pareja y el análisis que años después ella pudo realizar de tal hecho. Mara nos habla desde la primera persona, nos cuenta cómo fue el momento en el que se enteró de la muerte de su madre, cómo fue procesarlo, qué pensamientos le suscitaron, como fueron los momentos posteriores. Y aquí recae la riqueza del documental: es honesto, desde la inexperiencia de quien realiza un documental no por cineasta sino porque quiere darle voz a quienes ya no tienen voz, mostrando la contradicción de sentimientos hacia su madre, la depresión por la que tuvo que pasar hasta obtener la fuerza de transformar la tragedia en lucha y reivindicación. Mara nos cuenta también cómo pudo capitalizar el dolor y la tragedia de no tener más a su madre en su tesis de grado de la carrera de comunicación, analizando cómo los medios habían tratado el femicidio de María Elena. Entonces el film nos traslada al año 2005 y nos espanta al exponer cómo los medios manejaron la noticia: categorizando el crimen como “pasional”, poniendo en duda el accionar de la víctima, explicitando “que él se enojó porque ella, siendo más joven, seguro lo querría dejar por otro”. Si bien los medios siguen repitiendo formulas iguales de nefastas, es verdad también que 14 años después la sociedad ha cambiado y ya no se aceptan tales formulas mediáticas, sino que se las escracha y se las repudia. Algo la sociedad avanzó, aunque aún nos falta. Con imágenes de Mara en su vida cotidiana, bailando, realizando el documental, visitando a la familia, en su investigación de archivo y demás, el documental nos muestra cómo es la cotidianeidad de quien ha perdido injustamente a un ser querido; y cómo eso repercute a lo largo de su vida, cómo la injusticia y la impotencia de enterarse que el asesino de su madre quedó en libertad sin cumplir la pena, es también un momento de quiebre en la estabilidad emocional que se puede conseguir luego de pasar una tragedia como la que vivió. El feminismo, la sororidad de familiares, alumnas de su madre, amigas y compañeras de militancia por la igualdad de género, le han dado a Mara una red de contención que le ha permitido alzar la voz, por su madre y por todas aquellas mujeres victimas de la violencia machista y de la justicia patriarcal. Entender que la lucha y el dolor es colectivo, es un motor para seguir en el camino de transformación social que estamos llevando a cabo. Es contradictorio tener que escribirlo, porque desearía que no haya más femicidios, pero es necesario que más casos como el de María Elena no sean olvidados, porque un pueblo sin memoria está destinado a cometer los mismos errores. Lamentablemente en lo que va del 2019 (67 días) hubo 54 femicidios conocidos y relevados por los medios de comunicación, enterarse de estos asesinatos llena de bronca y frustración, pero enseguida sabemos que la lucha sigue y que el cambio y la revolución igualitaria es más lenta de lo que quisiéramos, pero que se está dando, se está dando.
La película comienza con la imagen de una mujer recibiendo flores, en un evento familiar o escolar, por parte de sus niños. Esa mujer es la madre de la cineasta, Mara Avila, quien fuera asesinada en la zona de Puerto Madero, en julio del 2005 por su pareja de ese entonces, Ernesto Jorge Narcisi. El hecho es, a nuestros ojos en 2019, un femicidio. Pero en esos años, la prensa lo catalogó como un simple crimen pasional. No lo era. Avila comienza su relato con recuerdos de fotos, reflexiones y videos caseros de su mamá Ella era profesora de inglés, y se había reunido con Ernesto para decirle que había tomado la decisión de terminar la relación. María Elena tenía 53 años y su partida dejó a Mara sola, (estaban sus padres separados), enfrentando no sólo la subsistencia, sino el proceso legal para obtener justicia. A lo largo de este tiempo, Avila partió de su propio dolor e hizo un proceso de reformulación, abriéndose al trabajo colectivo, aprendiendo mucho y elaborando lentamente, su duelo personal. Mara narra con gran sentimiento, todo este camino de ausencias y dolor, en el que dio con amigos, colegas y mujeres, que luchaban para hacer visible esto que hoy en día es una demanda del colectivo femenino. Su madre, fue víctima de un femicidio, pero para el momento en que fue, las leyes no recaían con fuerza sobre el victimario. Ni siquiera estaba la discusión de género que hoy nos convoca hace un tiempo. Avila realiza un documental que tiene su fortaleza en mostrarla resilente, conciente y vital. No se ha dejado vencer por todo lo sucedido y ha encontrado la asistencia y el acompañamiento adecuado para colaborar con la visualización de su caso, buscando siempre una reflexión crítica ciudadana, con miras a cuidar mucho más a las mujeres en todos los estratos del cuerpo social. Valida como ejemplo de transformación y documento para fortalecer la visibilización de un tema que debe estar en la agenda pública, sin lugar a dudas.
Esta película tiene como objetivo fundamental visibilizar la lucha de la directora por dar a conocer aquello que se convirtió en una experiencia traumática para su familia. Buceando en su intimidad, recuperando a su madre, y a todas las mujeres asesinadas por hombres, la propuesta, fallida, encuentra su sentido.
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
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