Un niño, su caballo y un sueño misionero El film de Mario Verón utiliza actores no profesionales para construir su relato ambientado en el mundo de las carreras cuadreras Fidel es un niño que se acerca a la adolescencia y desde su Paraguay natal viaja a las entrañas de la selva de Misiones para conocer otros lugares y otras personas. Allí se acerca a otros niños lugareños con los que comienza una amistad y, además, halla a un caballo apodado El Che por los campesinos del lugar por su fuerza y por su hidalguía. Es así como Fidel, con ese equino que ya se convirtió en su inseparable compañero, decide participar en carreras cuadreras que le permitirán conseguir dinero para enviar a su madre, que lo espera ansiosamente en el país vecino. El muchacho, que jinetea con enorme habilidad teniendo como amuleto el nombre de Maradona en la espalda de su remera, se abre paso en la pista improvisada sobre la rojiza tierra y, lentamente, halla en los habitantes del lugar a sus más entusiastas seguidores. Con estos emotivos elementos el director Mario Verón (Neike y Te olvidaste de mí) logró relatar una historia cálida y sencilla que muestra la forma en que el protagonista y su caballo luchan para lograr el ansiado triunfo y la admiración de quienes lo rodean. Rodada con actores no profesionales, el film halla en Fidel Cantero a un protagonista que supo manejar con habilidad esa aventura que habla de amistad y de amor hacia ese caballo que logrará convertirse en un héroe en medio de la algarabía de todo un pueblo.
El director Mario Veron nos brinda un documental que es el fruto de un trabajo etnográfico, desde el punto de vista del nativo, que conmueve y revela. El realizador ha trabajado en la triple frontera durante diez años, conoce el territorio como nadie. Allí le contaron la historia del joven jinete que se llama Fidel, que montaba un caballo al que llamaban EL Che, y que usaba para la suerte la camiseta con el 10 de Maradona. El director vivió tres meses en el monte, en el Páramo Nueva Libertad (Misiones) junto a los sin Tierra, que ayudaron e hicieron posible esta producción con un equipo mínimo. El resultado es conmovedor, no solo por el destino del jinete, el estilo de filmación, como también el reflejo de un grupo humano en situaciones límite, los sueños de grupo de relación, la precaridad y lo injusto de una situación prácticamente insostenible.
Hay documentales que se construyen a partir de una historia y en ella encuentran su estética. Hay otros que se construyen en el proceso de producción, convivencia y rodaje. Estos en general encuentran su forma en las miradas y las proximidades posibles de cada momento y, como todas pero más que otras, su vitalidad se despliega finalmente en la experiencia del encuentro con el espectador. El mundo aparece en ese momento y no antes. Fidel niño valiente, de Mario Verón, es una de estas películas, un trabajo que parece estar en proceso y que requiere del espectador para completar el tiempo, el espacio e incluso las voces. Este es el principal valor de la película de Mario Verón, que trae al mundo un pedazo ocultado de nuestro propio mundo. Fidel es un niño paraguayo, nacido y criado en zonas rurales, que viajó a Misiones con su hermano, quien es hábil criador de caballos para correr en las cuadreras. Fidel cabalga desde muy pequeño y es un buen jinete en las carreras. Ellos viven en el monte, en condiciones difíciles y de mucha escasez, pero cuidando con afecto a sus caballos que son, en definitiva, una de las formas de vida que encuentran para sobrevivir. Y más que eso también. La película no se agota en el relato de esas carencias. La notable cercanía entre la cámara y Fidel y Erico, hermano y narrador principal, es tal, que el espectador parece ubicado en el centro del cotidiano que incluye alegría, dolor, nostalgia y un profundo amor por los animales con los que conviven. Allí en el monte misionero cuidarán a un caballo apodado “El Che negrito”. Con él buscarán ganar unos pesos con los que buscan sobrevivir y ayudar a su madre, que los espera en su Paraguay natal. Fidel corre siempre vestido con la camiseta 10 de Maradona y los tres, Fidel, el Che y Diego son un mito poblado de invencibilidad. El espectador construye el espacio y la cronología, y lo hace tomando cada uno de los detalles de acuerdo a su propia percepción del mundo. No hay una temporalidad invariable ni una determinación geográfica o espacial explícita. Esta decisión del realizador permite mostrar así lo personal y lo político: en esa suerte de tierra de nadie los dueños nunca se ven, son grandes capitales globales que transforman el escenario natural, que implantan especies para la explotación forestal y que niegan la tierra y el uso colectivo de los recursos naturales a sus habitantes. De pobreza, amor, explotación, infancias de juegos y dolores, de tierras coloradas y pieles curtidas, de cuadreras, apuestas y festejos. De nostalgias y familias. Y de territorios ocultados por aquellos que prefieren que no sepamos nada sobre lo que ocurre en el monte profundo, y del mundo guaraní que no conoce demasiado de fronteras, porque la vida de sus mujeres y hombres se cuentan en las charlas nocturnas iluminadas a vela y puro cebo, en cualquier lugar donde estén. De todo eso puede hablar Fidel niño valiente, pero será cada espectador quien construirá ese mundo a partir de su propia percepción. FIDEL UN NIÑO VALIENTE Fidel un niño valiente. Argentina, 2021. Dirección: Mario Verón. Actores: Fidel Cantero, Érico Cantero, Enrique “Yuka” Caballero . Montaje: Javier Di Pasquo. Director de Fotografía: Pablo Bruzzone. Foto Fija: Bárbara Raiker. Cámara Mario Verón y Octavio Yain Romero. Músicos: Cuerdas: Orquesta Escuela de Berisso; Charango: José Piedra Núñez; Piano: Lucas Guinot; Acordeón: German Fratarcangelli; Vocal libre: Paz Balpreda; Guitarra: Héctor Trabuco González, Back. Grabación Musical: Sebastián Losada. Duración: 74 minutos.
La coproducción paraguaya argentina de Mario Verón Lo que podría haber sido un intimista relato de observación de campesinos en la selva misionera, se transforma en una épica historia de superación de un niño y su caballo. Mario Verón convivió tres meses con campesinos en la selva misionera. Allí creó un vínculo con ellos y se adentró de los eternos conflictos con la empresa Alto Parana S.A. que tiene un gran porcentaje de derechos de explotación sobre la tierra. Las pueblos originarios viven batallando por el terreno mientras sobreviven con un arduo trabajo rural que desempeñan día a día. De las historias escuchadas Mario se interesó por la de Fidel, un chico oriundo de Paraguay que viajó a Misiones, Argentina, para conseguir trabajo y enviarle dinero a su madre. Allí el niño corre carreras improvisadas de caballo, con un animal apodado “El Che”, y con la camiseta de Maradona. Este relato funciona de extracto de la otra gran historia de supervivencia. Hablada casi íntegramente en guaraní, la película tiene una primera parte con formato de leyenda. La fogata en la noche sirve de marco para narrar las hazañas del pasado de Fidel con el Che, hasta que el caballo se accidenta gravemente. En vez de matarlo, Fidel y los adultos cuidadores con quienes vive, lo sanan con la esperanza de que vuelva correr. El animal también es un sobreviviente. La segunda parte se centra en Fidel, su relación con otros niños, su rutina laboral, y su regreso accidentado a las carreras. Del mismo modo que los revolucionarios que inmortalizaron los nombres, Fidel y el Che se reconocen en la grandeza de sus actos. Fidel niño valiente (2021) cuenta esta historia y desliza detrás de ella los temas que preocupan: La tierra y el desmonte en manos de multinacionales, el trabajo infantil y la pobreza extrema. Sin Juzgar ni subrayar situaciones, Verón expone los conflictos y deja que el espectador saque sus propias conclusiones en una película dura, necesaria, pero extrañamente esperanzadora.
Es navidad y en otros cielos, la pirotecnia brilla. En otras casas, las familias comparten la cena, brindan y se abrazan. No en la de Fidel que está solo con su caballo y lo acaricia. Uno a otro se acompañan, son refugio y esperanza. Fidel, Niño Valiente (Fidel Mita’í Py’a Guazú, Mario Verón) se nutre de los pequeños momentos de inocencia para construir un relato de un niño jinete que se ve obligado a abandonar su Paraguay natal junto a su hermano para trabajar como peón en Misiones y así lograr una ayuda económica para llevar a su madre que lo espera del otro lado de la frontera. El relato avanza entre el documental y la ficción como si fueran dos terrenos sin alambre divisorio.