Sylvain George se instaló durante tres años en Calais para dar cuenta de las políticas migratorias en Europa, un problema crucial de nuestro tiempo. El resultado no es de ningún modo periodístico, el director se niega a hacer el menor comentario y las personas filmadas permanecen la mayor parte del tiempo en silencio. En verdad, no necesitamos que digan que no son felices en ese estado intermedio entre la vida y la muerte porque la simple descripción de su cotidianeidad lo vuelve evidente. En la extensa primera parte de la película no ocurre nada extraordinario: es el tiempo de la espera, el director teje relaciones sólidas de confianza y respeto con los inmigrantes para tener tiempo de mostrar plenamente quienes son. La película se divide en secuencias autónomas que no se conectan según la cronología sino mediante correspondencias entre imágenes, motivos, situaciones y personas. El director no pretende construir ningún discurso y deja resonar libremente estos segmentos de vida y mundo. Sin embargo, no se nos presenta una realidad bruta, las imágenes están trabajadas. Las aceleraciones, los cortes bruscos, los juegos con las luz y las sobreimpresiones introducen una distancia entre nuestra mirada y lo que se filma. Luego de la descripción de la espera diaria de los inmigrantes tiene lugar la expulsión por las fuerzas del orden con una larga secuencia muy fuerte y movilizadora. Las palabras toman protagonismo entre la policía que ejecuta las órdenes y los franceses solidarios con los inmigrantes que intentan impedir la masacre. La brutalidad de las detenciones, su rapidez y su carácter definitivo, no dejan lugar a dudas sobre la política de estado francesa y británica. La cuestión candente sobre la suerte de los inmigrantes permanece intacta. Tras la batalla, luego del desalojo, el director se toma su tiempo para filmar los lugares vacíos, dejando que resuene la injusta ausencia. Pero Sylvain George no concluye su película con el fracaso de la tentativa que describió pacientemente y se acerca a otros inmigrantes que esperan mejor suerte que sus antecesores. La historia sigue, queda abierta y nos pide que actuemos de manera urgente para que no se repita.