Los condenados de la Tierra
Sin palabras ajenas a los personajes que aborda, Sylvain George -realizador, filósofo, activista político- hace “hablar” enfáticamente a cada plano de Figuras de guerra . Este documental/ensayo/poema, en el que siguió durante casi cuatro años a inmigrantes clandestinos en Calais, Francia, se centra en fantasmas. En seres invisibles que intentan entrar en un mundo menos brutal que el propio. Aunque, para ellos, lo de menos brutal sea discutible.
“Ni vivo ni muerto. Ni animal ni hombre”. Así se siente uno de los inmigrantes que quieren cruzar a Inglaterra. El blanco y negro granulado, del fílmico en 16 mm, retrata ese limbo frente al Canal de la Mancha. Durante dos horas y media, desde dentro de estos grupos, las imágenes nos arrastran a través de varios niveles sin lugar ni tiempo: la vida cotidiana callejera, la huida de la policía de Sarkozy y de razzias de fuerzas de deportación. La guerra que no solemos ver, al borde del sistema.
George utiliza contrapuntos y contrastes: entre carteles publicitarios que prometen felicidad consumista y pintadas de odio; entre alguna familia burguesa que pasa en bicicleta y “los ilegales” que se trepan de polizones a la base de un camión cualquiera; entre esas grúas industriales y los refugios prefabricados que las grúas muerden, levantan y destrozan sin piedad; entre un cartel que prohibe la caza y estas cacerías humanas.
La cámara se desliza por manos precozmente erosionadas. Difícil olvidar la secuencia, tan natural, en la que los inmigrantes mutilan las yemas de sus dedos con hojas de afeitar y tornillos al rojo vivo, para que ocultar (perder) la identidad. “Si pudiera cortarme las manos y cambiarlas, lo haría”. Una medida de la desesperación, de la pérdida de la condición humana.
Con Recursos humanos , de Laurent Cantet, ganadora del BAFICI 2000, y Figuras..., ganadora del BAFICI 2011, se podría trazar un mapa, interno y externo, de sueños rotos, heridas y martirios de los expulsados del capitalismo.