Autor efectista desmerece su tema
Impresiona fuertemente, pero también cansa y fastidia un poco este extenso registro documental expuesto con recursos propios del cine experimental, más o menos traducible como «Que descansen sin paz, las figuras de guerra». Dura 157 minutos y no todos se justifican, salvo para llamar la atención sobre el autor, y también, lateralmente, sobre el tema.
El tema es el problema de la inmigración ilegal que pasa en el limbo de la espera los días eternos. La hay en Marruecos esperando saltar a Ceuta o Melilla, o navegar hacia la costa o la muerte una noche sin luna. Y en México, esperando el guía que conduce a los pobres infelices por el desierto, y a veces ahí nomás los deja. Y en el paso de Calais, esperando treparse a la caja de algún camión para pasar por el túnel submarino, hasta una isla donde tampoco hay demasiada gente amistosa para recibir al que llega. En especial si es de otra raza, otra lengua, otras costumbres, y anda sin papeles sellados por la aduana. No importan si tiene conocimientos universitarios y brazos dispuestos para el trabajo. En esa espera se le va una parte de su vida, y también se le van yendo los sueños y el buen ánimo.
Durante tres años Silvain George registró a los inmigrantes de Calais, los tiempos perdidos, las vueltas para buscar un hueco, un alimento, un descanso al rayo del sol y al amparo de la policía. Registró también un dramático recurso para evitar la identificación policial (más dramático aun cuando se percibe lo ingenuo e inútil del esfuerzo). Y otras cosas, que en su momento formaron parte de los noticieros. Ya hay varios documentales sobre la gente de Calais, pero el suyo, según dicen los que saben, es el más completo.
Lástima que también sea el más poblado de minutos en negro, tomas de relleno, reiteraciones, efectos de laboratorio y demás chiches desplegados a todo lo largo de la larga historia, como para dejar claro que el suyo es lo que se llama «un documental de autor» «alejado del moralismo condescendiente», un ensayo acerca de los «no lugares donde transcurre la no vida de una gente que va perdiendo su identidad», un modo de «apropiarse del soporte video para deconstruir la representación dominante sobre la propia materialidad del medio» (palabras del propio Sylvain George, él sabrá lo que quiso decir). También proclama que no es una estetización de la miseria, pero la fotografía en elaborado blanco y negro digital con preciosos encuadres dice otra cosa.