En la falta de propuestas se desvanece lo político
La película ganadora del BAFICI 2011 llegó a la cartelera porteña. Figuras de guerra es un documental de Sylvain George, que resumen el trabajo de tres años que llevó adelante el director registrando la vida de un grupo de inmigrantes clandestinos en el norte de Francia. A través de la cámara del director, vemos cómo viven estas personas, qué comen, cómo duermen y cómo llevan adelante esa no-vida en un marco clandestino.
Esta segunda película de George se concentra en el punto más conflictivo de la inmigración en el país galo, recurriendo a sonidos e imágenes de todo tipo. Hay que reconocerle al realizador que es todo un cineasta, pues evidencia la potencia audiovisual del cine y el papel que tiene el montaje como constructor de realidades. Evidencia, también, cómo hay todo un circuito armado alrededor de la inmigración ilegal: personas, objetos, ritos, acciones, construcciones espaciales, lingüísticas y temporales.
Sin embargo Figuras de guerra no es perfecta y lejos está de ser el film perturbador que algunos han querido ver. Porque precisamente lo que le falta como película política es ese salto extra que le hubiera permitido desestabilizar verdaderamente al espectador para luego plantear nuevos horizontes. Cuando lo intenta, trastabilla, llega a conclusiones obvias y hasta incurre en algún que otro golpe bajo. Es necesario un cine político, pero habría que pensar si este es el ejemplo a seguir.