Interesante tratamiento estético para una lograda narración intimista
En el marco de las sierras cordobesas, más precisamente en Villa Carlos Paz, y el lago San Roque, que es un protagonista más de este film dirigido por Moroco Colman, su ópera prima, relata la historia de una chica que vive allí, Martina (Sofía Lanaro), y transita el duelo por el fallecimiento reciente de su padre.
De visita llega de lejos Carla (María Ucedo) para acompañar a Martina en ese momento, durante un fin de semana. El vínculo entre ellas es tirante, distante, especialmente de parte de Martina, aunque Carla la trata de forma amable y afectuosa, también le hace planteos morales y de conducta que la joven siempre rechaza con una marcada rebeldía post adolescente, donde habitualmente tiene una actitud desafiante ante todo, especialmente en el plano sexual, que se manifiesta transgresora, audaz, fuera de lo común en la cinematografía argentina.
Durante la estadía de Carla, ambas van a vivir distintas situaciones que es retratada eficientemente, por decisión del director, en tres formatos de pantalla distintas, sumados a la tonalidad fotográfica que comienza con un claroscuro en una pantalla chica, luego pasa a un color rojo y azul, con una pantalla de tamaño mediano, para finalizar las imágenes con luz natural y pantalla grande. Este criterio estético se nota marcadamente ante los cambios de estado de ánimo que van teniendo las protagonistas.
La relación va mutando, tiene sus vaivenes, no sólo por ellas mismas, sino por los vínculos que tejen por separado, que les hacen cambiar de parecer.
La película está contada de un modo intimista, todos los engranajes van funcionando con precisión, la parsimonia y la letanía tienen su razón de ser por la localidad donde se desarrolla esta realización, que fuera de la temporada de vacaciones, y lejos de las marquesinas de los teatros, los tiempos que manejan esta ciudad son mucho más tranquilos.
Tal vez, el mayor logro del director y los guionistas, no sólo es haber podido plasmar en la pantalla el hecho estético descripto anteriormente, sino el mantener la incógnita y el misterio de saber cuál es el nexo que las une y también las separa, por qué es el enojo permanente de Martina y la necesidad que tiene Carla de confortarla, consolarla, y tratar de ayudarla a encarrilar su vida.
Cuestionarse qué es lo que sucede entre ellas no tiene relevancia, mantiene la intriga, sino que lo más importante es ver la evolución anímica de Martina, si logra distenderse y puede acercarse a Carla.