Un universo femenino cargado de provocación, lazos familiares asimétricos, y una propuesta en el que la estética y la teatralidad copan la escena. Moroco Colman lleva su cortometraje de 2010 al largo en Fin de semana, de reciente paso por la 19° edición del BAFICI. Carla emprende el camino de regreso.
Se presenta en el pueblo en el que pasó su juventud y del que parece haber huido. El motivo de ese regreso es el fallecimiento del padre de Martina, bastante más joven que Carla, una chica rebelde que no parece estar dispuesta a escuchar de consejos. Carla se quedará un fin de semana en ese pueblo a orillas del río, y tendrá que convivir con Martina en la misma casa.
Los roces no tardarán en llegar. ¿Quién es Carla? Es algo que Moroco Colman nunca se dispone a expresar, por lo menos no vivamente; aunque varios indicios indican que es la madre biológica de Martina, que el muerto fue su marido, y que deberá tener una relación de cortesía con quien era la nueva pareja del fallecido. Aunque también podría ser la hermana de Martina, o una amiga muy íntima de la familia, quizás sea que no importa.
Lo importante es la relación entre Martina y Carla. La más joven es una chica saliendo (o todavía dentro) de la adolescencia, con una ebullición de hormonas y poco respeto por lo normado. Rechaza todo tipo de control, en especial si provienen de Carla.
Carla intenta conectarse con Martina, pero constantemente rebota contra una pared, se alarma ante su estilo de vida, intenta poner algún freno y resulta imposible. Claro, Martina sale con Diego, que es casado y no tiene ninguna intención de dejar de serlo, menos quiere blanquear la relación con Martina, y además es mayor de edad siendo Martina menor.
Con el correr del metraje, si no lo intuimos desde el principio, veremos que Carla y Martina no fueron ni son tan diferentes. Fin de semana es un hervidero provocativo, los cuadros están llenos de sexo libre, de ruptura, de transgresión. Siguiendo ese propósito, Colman opta también por una transgresión estética.
Diferentes tipos de encuadre, de iluminación, todo girando alrededor de tres relaciones de aspecto diferentes (sería fundamental verla en sala, en pantalla grande). A cada relación de aspecto le corresponderá un estilo de fotografía diferente, no de modo caprichoso, las imágenes acompañarán el estado en el que se encuentra la historia y los sentimientos de sus personajes.
Sofía Lanaro como Martina exuda precoz erotismo, una interpretación muy libre y jugada, que juego con Lisandro Rodriguez (Diego) un juego de constante provocación, que llega a picos emocionales realmente altos. Un personaje que vive constantemente al límite de quemarse no es sencillo de abordar, y Lanaro sorprende. Quien no sorprende es María Ucedo como Carla, a esta altura Ucedo se elevó como una de nuestras mejores intérpretes actuales, y en fin de semana sencillamente vuelve a demostrarlo.
Carla pasa por diferentes capas, etapas, y en todo momento la actriz de Contra las cuerdas lo sostiene con extrema convicción. Sus duelos con Lanaro y otra grande de la escena como Eva Bianco serán los puntos más alto de esta propuesta. Fin de fiesta pertenece a ese cine independiente con intenciones rupturistas. No extraña que su director provenga del mundo de la arquitectura.
La apuesta visual es fuerte y expresa más que los diálogos ya de por sí construidos con corrección. Un film que inmediatamente capta nuestra atención.