Un regreso y un vínculo roto que se busca recomponer durante el fin de semana del título en la opera prima del cordobés Moroco Colman.
Carla (María Ucedo) regresa a Carlos Paz. Se nota que hace rato se ha ido. Llega a una casa sola y se dormita en una hamaca paraguaya. Cuando ingresan una pareja y una joven se sorprenden con su presencia (menos los mayores que la chica). Alguien ha muerto (más tarde confirmaremos que es José, ex marido y padre) y esa mujer recién llegada y Martina (Sofía Lanaro) son una madre e hija que tienen un pasado de reproches para sacar a la luz.
A la típica historia de vínculos materno-filiales en tensión y conflicto permanente, tratada en infinidad de ocasiones, el director logra organizarla de una forma si no original por lo menos distinta a partir de una puesta que no apela al discurso evidente y a los diálogos explicativos y que procura mantener el secreto y la intriga de los lazos que relacionan a los personajes y a lo que colabora un elenco muy afiatado. Un universo femenino que se las trae y entrega personajes complejos y contradictorios muy bien delineados y actuados (además de las nombradas se destaca Eva Bianco).
Desde lo formal el trabajo con tres formatos distintos y con un director de fotografía para cada uno de ellos es algo más que un simple adorno visual ya que acompañan con su expansión una “liberación” de los personajes.
La cuestión de lo sexual que comienza discursivamente en uno de los primeros diálogos entre madre e hija se resuelve luego visualmente apelando a lo cuasi pornográfico o explícito (los encuentros sexuales entre Martina y Diego -que además recurren a la violencia física-y la fellatio en el bote y el menage a trois en el barco entre Carla, Rober -un amigo- y una desconocida), lo que resulta más una provocación adolescente que una necesidad funcional.
En la mitad del relato, tras una discusión violentísima entre las protagonistas, un quiebre del guion (más un volantazo que un giro) nos transporta a otra película. Como si al salir de esa casona familiar se dificultara hallar el tono. De alguna manera pareciera como si los conflictos hubiesen sido llevados a tal extremo que el regreso a cierto “atisbo de solución” pareciera necesitar de un poco más de transición, pero el tiempo apremia. Igualmente se esquiva exitosamente el dejar nada cerrado y de alguna forma el final nos acerca a esa “verdad” que notábamos en un comienzo.