Una de las cosas más interesantes de Bafici2017 que acaba de terminar es la ventana que abrió a un cine argentino cuyas historias y locaciones están lejos de la capital. Es el caso de Fin de Semana, que sigue a una atractiva mujer madura -estupenda María Ucedo- en viaje a Córdoba para reencontrar a su hija Martina, con la que, es evidente, no tiene mucha relación. La mujer viaja para acompañarla en un momento difícil, la muerte del padre. La relación es en principio muy tensa, porque la hija le da todo menos la bienvenida. Es un personaje: una mujer que disfruta el sexo duro y fuerte, que le deja moretones, con un hombre casado al que la madre desaprueba inmediatamente. Y una mujer que, más allá del dolor por la pèrdida, que maneja muy secretamente, no parece necesitar a nada ni a nadie. Una chica dura. En ese retrato de personajes, mundo femenino casi cerrado, excepto por la esporádica aparición de un ex (Noher), Colman tiene para decir y mostrar. Madre e hija juntas, en sus silencios y forzadas comuniones -una resaca, el sexo- generan escenas potentes, en las que esa relación difícil muestra su ambivalencia constante: tan capaces de matarse como, quizá, de quererse un poco. Frente a esa dinámica interesante que atrapa la cámara de Colman, la insistencia en lo sexual, con una larga secuencia descolgada en el centro del relato, se siente forzada, más como gesto provocador que como parte que fluya con estos personajes. Es cierto, claro, que la información sobre ellos es escasa. Parte del misterio de Fin de Semana, un film que, con sus debilidades, consigue poner en escena dos personajes que permanecen.