Madre (e hija) hay una sola
Conviene mirar más allá de las jugadas escenas de sexo de este filme provocador.
No es habitual –o no lo era en los últimos tiempos- que el cine argentino mostrara sin tapujos ni vergüenza escenas de sexo más o menos de manera explícita. La noche fue un ejemplo de quiebre, y Fin de semana no se regodea en esas escenas, aunque es probable que varios espectadores salgan del cine comentando más acerca de ellas que del asunto troncal de la película.
Fin de semana arranca como debe. La cámara descubre a los personajes y no se saben, aunque se intuyen, las relaciones entre una recién llegada, Carla, y Martina (Sofía Lanaro). De a poco sabremos que la muerte del padre de Martina, la adolescente que muestra hasta con orgullo los moretones que le deja con quien tiene “sexo fuerte” (sic), hace que Carla (María Ucedo), su ex y madre de Martina, regrese a Córdoba a acompañar a la joven.
Pero así como Martina tiene una relación con mucho de sadomasoquismo con Diego (Lisandro Rodríguez) un joven más grande que ella, en pareja y con una hija -el hombre es hijo de una amiga de Carla-, Carla no le va a la zaga en probar lo que venga.
Tal vez sean dos incomprendidas en su búsqueda del amor, quizás una no sepa qué buscar y la otra no haya encontrado lo que desea, pero son dos personajes que el director y coguionista Moroco Colman esculpe con precisión. En sus actitudes y cada vez que abren la boca.
La relación entre una madre que se avizora ausente y su hija, más siendo adolescente, da para un manual de psicología, pero Colman le escapa a los psicologismos y prefiere adentrarse en la correspondencia, en el vínculo directo.
A las buenas actuaciones de las actrices nombradas –Lanaro es una revelación a tener en cuenta- se suma Eva Bianco como la amiga de Carla y madre de Diego en este filme que se muestra como provocador, pero que conviene mirar con más atención que la que sugiere.