Nokanshi para millones
Ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera en 2009, este film japonés pone el acento en el nokanshi, ritual fúnebre que consiste en entregar los muertos de la mejor forma posible al otro mundo -maquillándolos, vistiéndolos con su mejor traje- ante la presencia de sus familiares, demostrando el lado espiritual y conmovedor de la ceremonia e, incluso, ubicándola como un refugio ante la vertiginosidad del mundo diario.
Daigo Kobayashi (Masahiro Motoki) es un violoncelista que luego de disolverse la orquesta en la que tocaba, busca conectarse con algo que le de sentido espiritual a su vida. Al mudarse a un pueblo rural, encuentra trabajo rápidamente ayudando en la ceremonia de nokanshi a Ikuei Sasaki (Tsutomu Yamazaki). Primero le resulta repulsivo el tema de andar tocando cadáveres e incluso le da vergüenza decirle a su esposa y vecinos. Pero luego encontrará en el ritual, aquella conexión con su interior que tanto buscaba.
Daigo descubre que debe tener sensibilidad para realizar su nuevo trabajo. También lo entiende así el director Yojiro Takita, captando la atención del espectador al sumergirlo en la historia lentamente, mediante una estructura narrativa clásica, obteniendo momentos profundamente poéticos.
La película comienza con la práctica del nokanshi, el ritual en cuestión. A simple vista una película local (sobre un ritual nipón), ajena a nuestra cultura occidental. Nunca tan errados si pensamos así, el film es completamente universal en tema. Un hombre con un dilema existencial, quiere encontrarle un sentido a su vida que lo haga sentirse espiritualmente vivo, curiosamente será un ritual relacionado con la muerte el que lo acerque. Cuyo dilema es universal a cualquier ser humano.
Pero no sólo eso, Final de Partida (Okuribito, 2008) trabaja desde el desconocimiento de la cultura occidental sobre la oriental, sobre sus rituales y costumbres ancestrales (incluso desconocidos para la Japón moderna), para, mediante este procedimiento, generar empatia con el espectador, atrayéndolo hábilmente a sus efectos conmovedores.
Por ello es tan importante la linealidad del relato. Primero nos presenta el ritual al cual miramos ajenamente. Luego accedemos a él desde el mas profundo desconocimiento, incluso con rechazo, para después ir comprendiendo (junto al protagonista) el valor esencial de la ceremonia. Para aquel entonces, ya compatibilizamos con el sentimiento que experimenta Daigo, compartiendo su vocación y su anhelo por ser comprendido, del mismo modo que su conexión espiritual.
De esta forma, y apoyado en la banda sonora y las efectivas actuaciones de los personajes secundarios, Final de Partida (Okuribito, 2008) transforma una pequeña historia local en un film conmovedor a nivel sensorial. Así como su protagonista, la película no nos da una explicación exacta de que hay de especial en ese ritual. Es magia y sentimiento la vez, eso mismo que el film nos logra trasmitir.