Lo dramático y lo ridículo
Retrato austero del drama de una mujer que, luchando por ella, cuestiona los resabios de una cultura.
Exasperante, cruel y a veces cínicamente divertida, Gett: el divorcio de Viviane Amsalem es una película y un profundo retrato cultural sobre el peso de las leyes religiosas en Israel. Así lo plantearon los hermanos Ronit y Shlomi Elkabetz, que cierran con esta obra una trilogía sobre la difícil emancipación de las mujeres en su país.
Lejos del panfleto, filmada totalmente en interiores con planos y contraplanos que se alternan en un asfixiante tribunal religioso, rabínico, la película presenta el caso de Viviane y Elisha. Después de 30 años de casados ella esta decidida a divorciarse pero él no accede a concederle la “libertad”. Queda claro que él es el dueño de su libertad, aunque sean agua y aceite.
Vemos una sucesión de audiencias en las que el tribunal, ridículo en su tratamiento para cualquier cultura occidental, jamás le concede el divorcio, la obliga a vivir con un hombre que no ama. Durante esos cinco años de abogados y testigos, el filme va desgajando una historia llena de preguntas, misterios de dos personas determinadas a mantener su posición.
Y vivimos varios dramas a la vez. “Estuve retenida como un perro atado, pero empezaré a vivir, amenaza ella”. El desamor, la incompatibilidad de carácter, no son argumentos para un tribunal que sólo concibe el adulterio, la falta de decencia, o de una pensión como móviles para una separación.
Si al trasfondo cultural llegamos rápido, si pronto descubrimos los prejuicios del tribunal, la composición de los personajes principales, desvelada a cuenta gotas crea un clima interpelador que suma preguntas sobre la naturaleza de las convenciones, el amor y la condición humana. ¿La odia o la ama?
También hay lugar para el cinismo, cuando amenazan a Elisha con quitarle la licencia de conducir si no se presenta en las audiencias, cuando él acepta que el cine es kosher pero ha dejado de ir porque el cine actual carece decoro.
Una película local, austera, con un fabuloso manejo de los silencios y las miradas, con la humillación de la mujer como eje sí, pero con la certeza de que todo el mundo es juzgado. ¿Por qué y por quiénes?