El hecho tan fortuito como trascendente de encontrar en un volquete un baúl con decenas de partituras de una vieja big band merecia un buen documental y la directora Peri Azar aquí lo logra con creces. Su film arranca con una demolición, una obra llena de bolsas de concreto similar a la que en 2000 fue a parar ese baúl con la batuta y las creaciones del director Héctor Lomuto y su Gran Orquesta. La llegada del longplay, la masificación del tocadiscos, el rock y sus bailes -la nueva música de moda desde fines de la década de 1950 e inicios de la de 1960- malograron a las big bands de jazz que se presentaban en los clubes y cuyas actuaciones se trasmitían desde espaciosos estudios como los de Radio El Mundo, siempre con público presente. También se cuela en el film el dato de que cierto entendimiento de Lomuto con el peronismo determinó su caída en el olvido luego de la Revolución Libertadora. A la manera de Café de los Maestros, Peri Azar buscó a los herederos de aquellos músicos (los integrantes llegaron a ser 18) para retomar algunas de esas partituras. Acierta con los ensayos para volver a presentar la orquesta y las voces, mientras por recuerdos de los hijos y otros familiares (sumados a coleccionistas y aficionados) surge la fuerte veta nostálgica de un tiempo que fue hermoso y puede terminar junto a los escombros. Por suerte, Azar -la vecina y la directora- estuvo allí para rescatarlo. Un film musical para salir bailando.
Partituras recuperadas A partir del encuentro de más de dos mil partituras y arreglos en un baúl tirado en un contenedor de escombros, Peri Azar rastrea los pasos de Héctor y su Gran Orquesta de Jazz, liderada por el compositor y director de orquesta argentino Héctor Lomuto y sus hermanos, Enrique y Francisco, este último un famoso pianista y compositor de tango que dirigió a su vez su propia orquesta, Típica y Jazz Band. Gran Orquesta (2019) narra la búsqueda de los integrantes a partir de sus parientes y amigos para revivir la música arreglada por Martín Darré, famoso por trabajar junto a Mariano Mores. Azar reconstruye desde las partituras encontradas la historia de una de las Big Bands argentinas más importantes de la década del cincuenta, que tuvo su esplendor en Radio El Mundo para caer en desgracia tras el derrumbe de Perón y la masificación del long play. El sonido de una época, la forma de entender y vivir la música y la idiosincrasia de una Buenos Aires que vibraba con las orquestas y la radio son algunas de las imágenes que el documental recupera a través de las entrevistas a aquellos que aún recuerdan a la banda y a los que la habían olvidado, y también a los músicos que deciden revivir la orquesta a partir de una minuciosa y ardua investigación que se reencuentra con el pasado. Los intérpretes Sergio Pángaro, Cocó Muro y Abel Corriale, el hijo del baterista de la orquesta, José Corriale, son parte de esta maravillosa búsqueda de los rastros del pasado musical de Buenos Aires que tiene como finalidad la representación en vivo de los temas que hicieron bailar a una generación. Peri Azar rearma las piezas de este rompecabezas con tesón para crear un documental emotivo de gran valor histórico iniciado por la casualidad y la curiosidad que genera el reencuentro con las joyas perdidas y olvidadas del pasado porteño, esas que si tenemos suerte se cruzan en nuestro camino y nos transforman.
La talentosa directora tucumana nos regala un documental que tuvo su punto de partida en un baúl que encontró entre los escombros de un edificio demolido. En su interior, prolijamente ordenadas las partituras de Héctor Lomuto, el famoso músico que en los años 40 tenía una impresionante orquesta de jazz de más de 30 miembros. El hermano del autor de tangos y fundador de Sadaic. Eran carpetas prolijamente anudadas rotuladas con el titulo Héctor y su jazz. De ese hallazgo a hoy llega su primer largo documental ganador en el BAFICI como mejor directora en la competencia Latinoamericana. De ese arcón, el último vestigio de una vida prolífica y exitosa, ella reflexionó sobre lo efímero y el recuerdo y cuando retomó el material, supo que lo suyo no era un documental convencional. En un estilo único de unir voces del pasado, recuerdos, testimonios, gente joven interesada y convocada para la ocasión, organizó de manera fascinante la información y los recuerdos. Nos devela el fenómeno del jazz en nuestro país de una gran orquesta que tenía el nivel de las grandes norteamericanas y luego se adapto a esas ganas de bailar que tenía la gente. Con algunos testimonios identificables y otros corales el camino que nos propone la talentosa Peri Azar es absolutamente imperdible.
Dar vida al jazz Lo interesante de este documental de Peri Azar es que no se queda con la mirada nostálgica y melancólica sobre las grandes orquestas de jazz que fueron furor en la década del 40 en Argentina, sino que busca revivirlas en el presente, dándole vitalidad a “Héctor y su Jazz” para que siga existiendo mientras escuchamos sus partituras. Un baúl con partituras llenas de polvo aparecen en un volquete. La directora Peri Azar busca el origen de esos papeles y, como un cofre mágico que se abre, da paso a un mundo olvidado que hizo brillar -y bailar- a toda la población en la primera mitad del siglo XX. Una de las tantas grandes orquestas de jazz era la de Héctor Lomuto (hermano del famoso hombre de tango y fundador de SADAIC, Francisco Loumuto). La orquesta alcanzó el nivel de las grandes bandas americanas y llegó a contar con 30 músicos entre los que se destacan Lois Blue, Pepe Corriale, Mario Sansone, Luis Comitini y Eddy Pequenhino. Gran Orquesta (2019) traza tres ejes de narración que irá alternando a medida que pasan los minutos. El primero es la historia, remontarse a los años gloriosos, con jugoso material de archivo tanto visual como sonoro, con pistas y melodías de antaño. El segundo encuentra a los hijos, amigos y admiradores de aquellos legendarios músicos, los especialistas en datos concretos que ayudan a reconstruir la memoria colectiva. Por último, la preparación de la puesta en valor de la música de Héctor y su jazz en manos de Sergio Pángaro, Cocó Muro, Valentín Reiners, Abel Corriale y la Big Band del Conservatorio Municipal Manuel de Falla, quienes harán revivir la música y traer al presente el descubrimiento del pasado. El trabajo arqueológico de recuperar objetos del pasado y la reflexión sobre la memoria histórica de los argentinos es fundamental para este trabajo, pero sólo termina de completarse al darle vida concreta a las partituras, haciéndolas sonar nuevamente. La música tiene la fuerza del aquí y ahora, se hace presente y vive en el momento en que se escucha. Porque la época puede que ya no vuelva y las Big Bands sean un producto del pasado pero la música rompe la barrera temporal al tocarse en las mismas condiciones para las cuales fue escrita. Gran Orquesta es una película rica en términos documentales pero sobre todo musicales, porque nunca olvida la esencia del material con el que trabaja y lo revaloriza cuando se explora en la sala de ensayo, y grandes músicos lo amoldan y estudian para reproducirlo nuevamente. Así, una sensación alegre y amena queda sobrevolando en el aire con la vitalidad que busca trasmitir la música compuesta a partir de esas melodías que al ser escuchadas una vez más logran perdurar en el tiempo.
Atención al apellido de Peri Azar, realizadora tucumana que el jurado de la competencia latinoamericana del 21° BAFICI consagró como mejor directora por su primer largometraje Gran orquesta. El dato personal no es menor porque este documental es tributario de la casualidad que –vale adelantar– la autora supo encausar con voluntad, paciencia y sensibilidad. La película cruza dos historias: una gira en torno a la banda Héctor y su Gran Orquesta Argentina de Jazz, cuya época gloriosa transcurrió en la Buenos Aires de los años 1940 y 1950; la otra da cuenta del trabajo colectivo que medio siglo después consiguió rescatar del olvido ese legado cultural. Según el segundo relato, la casualidad jugó un papel determinante a favor del proceso de recuperación, restauración, reivindicación. La intervención del azar constituye un elemento tan atractivo como la invitación a pensar que esa supuesta coincidencia es una manifestación del destino o del más allá, como la alusión al hallazgo de un tesoro sepultado (en este caso, un viejo baúl con dos mil partituras manuscritas y una batuta), como el halo misterioso que circunda al fundador de la banda, Héctor Lomuto. Azar reconstruye la trayectoria de la orquesta con el testimonio de descendientes de músicos que la integraron, con fotos y grabaciones de colecciones privadas, con material de archivos públicos. Por otra parte, recurre a los cantantes Sergio Pángaro, Cocó Muro, Abel Corriale y a la Big Band del Conservatorio Manuel de Falla para interpretar las partituras desenterradas. Recuerdos, ensayos y un acto final tienden un puente hacia esa porción de pasado que remite a una Buenos Aires más luminosa que la Reina del Plata actual, pero a una Argentina igual de vulnerable a la alternancia entre gobiernos filo y anti-peronistas. La postal porteña provoca nostalgia; el fotograma político, cierta tristeza. Sin dudas, Gran orquesta es una película entrañable. Mientras recupera a Héctor y su Gran Orquesta Argentina de Jazz, les rinde homenaje a esa música compuesta en nuestra ciudad, a la época de esplendor para los salones de baile, los discos de vinilo, las radios, y sobre todo a los ejercicios de memoria que contribuyen a preservar nuestro patrimonio cultural.
Con la excusa de poner al día ritmos y melodías, la película atraviesa la historia del jazz en Argentina con una perfecta mezcla de documental y ficción que sorprende por su simpleza y honestidad. Para salir bailando de las salas.
“Gran orquesta” es una historia de partituras recuperadas. Crítica por Maxi Ponce El film argentino , dirigido por Peri Azar se trata de un recorrido actual, sobre lo que fue en la música en los años 50, pero con una historia de fondo bastante interesante. La directora de la cinta, encontró en la basura varias escrituras musicales hace aproximadamente 15 años atrás, comenzó a preguntarse sobre ello, por lo que decidió ponerse a investigar sobre su autor; Hector Lomuto. En el camino, buscó y encontró a varias personas que podrían haberle dado un testimonio sobre lo que había encontrado, su contexto, y la música en aquellos tiempos. A partir de ahí, surgen los relatos de varias personas, conocidos del autor, entre ellos, que cuentan acerca de las cosas que rodeaban su arte. Muchos se sorprenden cuando la directora les vuelve a relatar como comenzó todo, encontrando aquellos documentos y emprendiendo esta cinta. En aquellos años, el jazz dominaba la música para mucha gente, e incluso era también en Inglés, de manera que la orquesta pareciera por momentos de origen extranjera. Hoy en día, varios músicos se preparan para llevar a cabo una performance basado en este trabajo, y tratando de adaptarlo a la era moderna sin dejar que pierda su esencia. El film se toma momentos para ir intercalando este tipo de secuencias, y muestra un poco de cada situación por parte de las personas que colaboran en él. Además de dirigir, Peri Azar también es quien produce, escribe el guión, y maneja la fotografía de este documental que lleva una gran y excelente investigación de fondo a raíz de una situación muy poco común, pero totalmente digna de relatar.