No suelo leer muchos libros como el que da origen a esta película, pero –un poco por casualidad– este sí lo leí. Uno de esos e-books que tal vez debería haber abandonado a las quince páginas, sin embargo logró engancharme a partir de su personaje principal y la situación que debía atravesar. Judd, el protagonista (encarnado en el filme por Jason Bateman, aunque inexplicablemente el apellido de la familia pasó de Foxman a Altman), descubre a su mujer en la cama con otro hombre, su jefe en el programa de radio en el que trabajan. Separado y deprimido, este hombre de unos 40 años recibe al poco tiempo otra pésima noticia: su padre ha muerto y viaja a su particular entierro. Es que la familia se reúne para el funeral con la intención de cumplir el rito judío del shiva, que consiste en pasar una semana entera atendiendo a parientes y amigos, como si fuera el velorio más largo del mundo. Excusa perfecta, claro, para un género clásico del cine americano: la reunión de una familia complicada.
Judd no es el único en problemas, aunque es el que los tiene más a flor de piel. Su hermana (Tina Fey) no es feliz en su matrimonio y sigue enamorada de un vecino de la casa de su madre que quedó con problemas mentales tras un accidente. Su hermano mayor (Corey Stol) es el heredero de la tienda deportiva familiar, un tipo un tanto amargo y egoísta, además de estar casado con una mujer que, además de haber sido novia de Judd en la adolescencia, hoy solo le obsesiona quedar embarazada. Y está el hijo menor (Adam Driver), el típico “tarambana”, que quiere disfrutar de la vida pero que, a la vez, dice haber cambiado ya que se llega al velorio con una novia muy seria y mucho mayor que él (Connie Britton). Pero la reina del show es la madre –encarnada por Jane Fonda–, una autora de un best seller en el que exponía muchos secretos familiares y que además se comporta como una diva, con sus tetas recién hechas y su actitud de superada.
THIS-IS-WHERE-I-LEAVE-YOU-facebookHay más, muchos más personajes, de esos que una novela de 300 páginas fluyen relativamente bien pero que en una película de 100 minutos parecen apretados uno contra el otro, como si las situaciones se pisaran y no tuvieran ni tiempo de respirar. La novela, digamos, finalmente no es gran cosa pero tiene una inteligencia e ironía que la película confunde con un humor bastante banal. Y si bien el libro de Jonathan Tropper tiene sus momentos cómicos, en manos de Shawn Levy la película intenta ser más claramente una comedia, por más que el propio autor haya escrito la adaptación.
Pese a todo lo que la situación promete y a un elenco que cuenta con grandes intérpretes (y comediantes) como los citados y, además, Rose Byrne, Kathryn Hahn, Abigail Spencer (de la gran serie “Rectify”) y Timothy (“Justified”) Olyphant –estos tres últimos totalmente desprdiciados–, HASTA QUE LA MUERTE LOS JUNTO nunca termina de convertirse en una película ni graciosa, ni emotiva, ni demasiado efectiva, si bien tiene algunos momentos logrados aquí y allá. Es como una acumulación de situaciones, algunas más entretenidas que otras, que no logran llegar a ningún lado y que ponen demasiado en evidencia los clichés que la novela lograba ocultar bajo su escritura ingeniosa. Además, la acumulación de situaciones extravagantes y casi imposibles casualidades se vuelve mucho más improbable en los tiempos apresurados del filme: engaños, embarazos, romances inesperados y otras sorpresas que mejor no revelar se apilan en apenas una semana, pero no hacen crecer al relato sino que se suceden como anécdotas relativamente separadas entre sí.
this-is-where-i-leave-you-jason-bateman-tina-fey2-600x400El tentativo romance que surge entre Judd y Penny (Byrne), una bonita y, oh, todavía soltera chica del pueblo que supo estar enamorada de él en la secundaria tiene el vuelo bajo de un romance televisivo por más que los actores hagan lo imposible por elevarlo del lugar común al que el guión los somete. La única decisión festejable del filme en relación al libro es haber quitado un trauma conflictivo del pasado que tensaba mucho la relación entre dos de los hermanos y que era, sin duda, de lo peor de la novela. Sin eso, es cierto, no termina de entenderse del todo la tensión familiar, pero –conociendo de qué va el conflicto– no tengo dudas de que fue una decisión más que acertada la de sacarlo del medio.
No hay, sin embargo, nada que una a esa serie de mini-historias que conforman la película más que la figura de ese padre recién fallecido que nadie parecía conocer del todo muy bien. Algunos personajes (como Hahn, Nielsen y hasta la propia Fey) están desaprovechados al máximo y muy pocas bromas resultan efectivas. La única que parece cómoda en su rol es Fonda, a tono con ese estilo comedia dramática de bajo vuelo de los ’80/’90 que parece ser la película del director de la saga UNA NOCHE EN EL MUSEO, al que evidentemente se le escapan las sutilezas de la mecánica familiar con la que Tropper sabía manejarse mejor. Con un elenco así y una novela que por momentos lograba ser incisiva e inteligente, uno esperaba algo más de HASTA QUE LA MUERTE LOS JUNTO. Más allá de algún que otro momento simpático, eso nunca sucedió.