Al final, lo primero es la familia
Si en Agosto era la muerte del patriarca lo que convocaba y levantaba la polvareda de esta familia disfuncional con madre enferma de cáncer de lengua, el factor convocante de esta anodina comedia dramática Hasta que la muerte los juntó, que cuenta con un reparto por demás atractivo, es precisamente la muerte de un patriarca judío y la tradición del luto de la shiva que se extiende por una semana en la que los familiares se reúnen en la casa del difunto para poder despedirse y recibir visitas en su conmemoración. La diferencia es que aquí la madre, interpretada por Jane Fonda, responde al estereotipo de madre judía un tanto libertina en relación a determinadas pautas culturales que la ubican en el lugar de la transgresión.
A pesar de tener una impronta independiente, el film de Shawn Levy recae en todo convencionalismo referente a la idea de familia nuclear, aunque los cuatro hermanos (el cornudo, la solterona, el responsable de los negocios y la oveja negra) por diferentes motivos se encuentran distanciados. Es en la reunión forzosa y en la interacción, donde unos y otros recuperan el tiempo perdido, recuerdan sus etapas de felicidad en ese pueblo y exponen sus conflictivas, que no son traumáticas en sí mismas ni tampoco se guardan rencores de tal magnitud como para destruir los nobles motivos del encuentro.
Los personajes secundarios aportan poco al núcleo fuerte de hermanos pero Jane Fonda se destaca sobre el resto del elenco que convoca con la misma intención al experimentado Jason Bateman como Tina Fey, alejada de sus registros habituales de la comedia y más concentrada en los rasgos dramáticos que histriónicos de su personaje.
En síntesis, con Hasta que la muerte nos juntó nos encontramos frente a una comedia dramática muy poco interesante desde los planteos familiares y con un elenco que convoca por sus nombres más que por sus personajes. Algo que pasará inadvertido en la cartelera.