Abuelito dime tú
Desde Alemania llega Heidi (2015), film que brinda homenaje al clásico literario infantil, y desde acá nos preparamos para recibir una dosis de azúcar en gran escala.
Basado en aquel libro infantil publicado en el año 1880 sobre una niña huérfana que se cría en los Alpes Suizos junto a su abuelo, se presenta este film alemán en cuyo reparto se encuentran unos casi desconocidos actores salvo una grata excepción: el gran Bruno Ganz, aquel temible Adolf Hitler de La caída (Downfall, 2004). Sin lugar a dudas, Heidi es un ícono en el mundo cinematográfico gracias a aquella versión protagonizada por Shirley Temple (Ricitos de oro) en 1937 y, en un nuevo milenio, se presenta el desafío de lograr atraer al público infanto juvenil ante el amplio abanico de opciones que tienen hoy en día.
Heidi, interpretada por la pequeña Anuk Steffen en su primer y único trabajo para la gran pantalla, nos envuelve en cada escena con su inocencia y simpatía, presentándonos un mundo totalmente feliz donde todo es posible y donde los milagros pueden hacerse realidad. Ante este panorama, su director Alain Gsponer (Lila, Lila) recurre a un elemento indudable: la capacidad interpretativa de Bruno Ganz, que se roba las miradas en cada escena y protagoniza cada una de las explosiones de emoción del film. De esta manera, se acomodan los hitos de la película, teniendo a la combinación de Heidi y su abuelo como intérpretes.
Cabe aclarar la sorpresa que ocasiona ver a una artista como Anuk Steffen en su primer trabajo en el cine. Su presencia y carisma deja de lado cualquier falta de experiencia, algo similar a lo que sucedió el año anterior con la película El gran pequeño (Little Boy, 2015) donde un desconocido Jakob Salvati lograba conmovernos con la emocionante espera por su padre. Apostar por estos niños casi desconocidos parece moneda corriente en producciones fuera de Hollywood, donde aquí las chances se reducirían a la nulidad absoluta.
Heidi posibilita una oportunidad única a grandes y chicos: poder compartir un film en conjunto. Escasean esta clase de películas donde el abuelo se sentiría a gusto de conmemorar épocas doradas de su infancia, donde los padres se pondrían contentos por ver a sus hijos sonreír y donde estos niños se sentirían en constante empatía con la protagonista. Celebramos una nueva versión de Heidi pero más celebramos aún que lo clásico nunca pasa de moda.