Con un prolijo trabajo de cámaras y una estilizda fotografía, Hékate es un thriller de venganza cargada con una fuerte impronta de denuncia hacia la violencia de género.
Esta semana, la cineasta Nadia Benedicto presenta en sociedad su segundo largometraje. Se trata de una road movie feminista titulada «Hékate». El lugar de encuentro es el Cine Gaumont, hogar del cine nacional, desde el 23 al 29 de junio con dos funciones diarias (16hs y 21hs). Tuvimos el agrado de visionar la obra antes de su estreno y compartir unas palabras, en conferencia de prensa, con el equipo. La críptica sinopsis adelanta: Helena y Kira discuten al costado de la ruta. No hay un destino en mente, no hay un plan a seguir. El viaje se devela kilómetro a kilómetro, un viaje que pronto deviene ritual. Debemos agregar, para conocimiento del lector, que la temática de la producción gira en torno a la violencia de género, pero el enfoque principal intenta despegarse del hecho y profundizar en la sanación de las víctimas. Nadia Benedicto es una directora, guionista y productora de cine independiente. En su página web, específica que su trabajo hace foco en universos femeninos y disidentes. Su ópera prima fue «Interludio» (2016), un drama LGBTIQ+ que conquistó premios por toda Latinoamérica y actualmente se encuentra disponible gratuitamente en CineAr Play. En esta ocasión, «Hékate» rompió los límites territoriales y en su gira internacional se trajo consigo el premio de mejor película del Atlanta Film Festival y del Cine de las Americas International Film Festival. La cinta, protagonizada por Sabrina Macchi, Rosario Mumma y Federico Liss, puede dividirse en tres segmentos. El primero transcurre en una vivienda. Allí se nos presenta a los tres personajes con una poderosa y visceral escena que sirve de motor para la road movie. Dicho momento cuenta con un rodaje exquisito, se toma su tiempo para permitir a los actores desarrollar sus características y asentar las bases que nos guían el resto del filme. Eso fue un punto crucial para el trabajo actoral según comentó F. Liss en la conferencia. El segundo segmento nos instala en la ruta. Cabe destacar que el equipo, mayoritariamente femenino, se encontró de viaje dos semanas para rodar, principalmente, de noche. Esa cualidad nocturna de la obra apareja muchas dificultades técnicas referidas a la iluminación, pero la soberbia dirección de fotografía de Cecilia Tasso sortea los obstáculos y nos brinda imágenes con mucha energía simbólica y agradables encuadres. Aquí vivenciamos la metamorfosis de personajes donde comienza a vislumbrarse el carácter místico / onírico al que se hace referencia desde el título. Recordemos que Hékate es la diosa de las brujas y, según declaraciones de la directora en el diario Página 12, el relato es un homenaje que parte de la historia de violencia que marcó a su abuela. Entendiendo que ella se replica incansablemente en los cuerpos y vidas de miles de mujeres a través del tiempo, comenzó a escribir esta película, con más preguntas que respuestas, pero con un deseo furioso por ponerle fin. No vamos a hablar mucho de la última instancia de la película, ya que preferimos que quede a merced del espectador. Solo quisiéramos hacer notar el interesante uso del fuego como metáfora visual. Ese elemento se encuentra presente en todo momento como algo carente, e invita a recuperarlo como sinónimo de poder. Las protagonistas buscan liberarse de sus pesares y restituir esa magia heredada que les fue arrebatada. Nadia Benedicto genera un film potente y visualmente atractivo que busca sumar su singular mirada en la lucha feminista. «Hékate» es de esas películas que necesitan ser procesadas luego del visionado. Aunque va dirigida a un público específico, cualquier persona que disfrute del cine independiente con su accionar contemplativo y sus verdades en pantalla, se va a llevar una buena experiencia.
“Estamos en medio de la nada y tenemos a mi novio casi muerto ahí metido. ¿Así le decís a ese pedazo de mierda? Helena y Kira discuten al costado de la ruta. No hay un destino en mente, no hay un plan a seguir. El viaje se devela kilometro a kilometro, un viaje que pronto deviene ritual”. Esta es la sinopsis argumental del filme, que como mayormente sucede no es del todo real, aunque sea verdad que están viajando. Asimismo establece desde la producción, que esta realizada casi en su totalidad por mujeres, liderando los equipos técnicos, (como si eso fuese condición sine qua non de excelencia).
La necesidad de abordar y visibilizar la violencia de género, síntoma preocupante del abuso de poder, la desigualdad y la discriminación ejercida contra las mujeres y el colectivo LGTBQ+, motivó a la directora Nadia Benedicto (Interludio, 2016) a realizar un thriller sobre dicha temática y que pondrá en juego la venganza, la libertad y la sanación. Hékate (que significa diosa de las brujas) narra el encuentro de Kira (Rosario Varela) una paseadora de animales que, al momento de llevarle el perro a su dueño, Juan (Federico Luisi) un joven violento y machista, recibe una mordedura en su mano. Juan la hace pasar y le presenta a su pareja, Helena (Sabrina Macchi) a quien mantiene sometida a sus maltratos constantes. Luego de curarla, la invitan a cenar con ellos, pero de inmediato ella observa el destrato natural que recibe Helena. A medida que pasan los minutos, la violencia de Juan hacia ambas mujeres se vuelve insostenible, desencadenando un incidente, tras el cual, Kira escapará con Helena en un auto hasta alejarse de la ciudad. En una suerte de road movie, el recorrido será la oportunidad de liberarse y ser ellas mismas. La ruta, la noche, el campo y un hotel serán los espacios para desarrollar una historia que fusiona el drama, la tensión y algunos elementos místicos. Al igual que en Interludio, la realizadora vuelve a centrase en el universo femenino, donde las protagonistas van en búsqueda de su identidad y de la reparación frente al dolor. A diferencia de la anterior, el tema de Hékate hace énfasis en la vulnerabilidad y discriminación que ejerce el patriarcado, en este caso, representado por el personaje siniestro de Juan, en quien se condensa todo lo que no debe ser una persona. Con una alta dosis inicial de crueldad psíquica y física, el suspenso y la acción funcionarán a tono con el ritmo de la huída y el destino incierto de sus personajes. Pero lo que comenzó de forma más precipitada, se irá tornando más íntimo, catártico y simbólico hacia el final. Partiendo de la historia de violencia que marcó la vida de mi abuela y entendiendo que ella se replica incansablemente en los cuerpos y vidas de miles de mujeres a través del tiempo, comencé a escribir esta película, con más preguntas que respuestas, pero con un deseo furioso por ponerle fin, comenta la directora. Realizada casi en su totalidad por un equipo de mujeres, y en su paso previo a su estreno comercial, la película fue reconocida y premiada en diversos festivales internacionales y nacionales donde fue exhibida. Una de las distinciones recibidas fue al trabajo de fotografía y encuadres de la mano de Cecilia Tasso, que les aporta una interesante estilización a las escenas. El tratamiento de la violencia de género en el cine argentino, tanto en la ficción como en el documental, a través de títulos como Salsipuedes (Luque, 2012) o Línea 137 (Vasallo, 2020) comparten con Hékate cierto discurso apelativo y concientizador que, en mayor o menor intensidad, se inserta indefectiblemente dentro de la historia. En su segundo largometraje, Nadia Benedicto propone una mirada feminista y LGBTIQ+ a fin de poner un límite a la ola de violencia ejercida sobre tantas mujeres que, como Helena -en la escena de la laguna-, se atrevan a gritar tan alto como ella, para liberarse del miedo y la sumisión con la que han crecido. HÉKATE Hékate. Argentina/2021. Dirección y guion: Nadia Benedicto. Intérpretes: Sabrina Macchi, Rosario Varela, Federico Liss y Julieta Brito. Edición: Sabrina Gazzaneo. Fotografía: Cecilia Tasso. Dirección de arte: Flor Penélope Núñez. Sonido: Marilina Giménez. Música: Lucy Patané. Duración: 77 minutos.
"Estamos en el medio de la nada y tenemos a mi novio casi muerto ahí metido. ¿Así le decís a ese pedazo de mierda?” Helena y Kira discuten al costado de la ruta. No hay un destino en mente, no hay un plan a seguir. El viaje se devela kilómetro a kilómetro, un viaje que pronto deviene ritual… Luego de hacer su paso y de ser galardonado en grandes festivales internacionales de cine, llega el estreno del segundo largometraje de la cineasta Nadia Benedicto, “Hékate”, un particular thriller road movie de tintes místicos que, por medio de una mirada feminista LGTBIQ+, aborda la violencia de género. Como bien hace referencia su nombre, la película es un homenaje a la deidad de la mitología griega, Hékate, diosa de las brujas, capaz tanto del bien como del mal. Y es que frente a una problemática social tan urgente como lo es la violencia de género, el film de Benedicto propone una búsqueda interesante de respuestas a cuestiones complejas de atender. En esta puesta, los conceptos de justicia y venganza se entrecruzan, y el dilema de qué corresponde hacer con el violento es la constante que atraviesa tanto a Helena como a Kira a lo largo de toda la película. El viaje, que comienza siendo una escapada de la violencia patriarcal, se convierte en un trayecto de transformación y de autoconocimiento, en donde las protagonistas buscan su propia sanación y liberación. Por lo que no es casualidad que la película esté realizada en su totalidad por mujeres liderando en los equipos técnicos, ya que viene a contar una historia que atraviesa a varias generaciones de mujeres. Gracias al elenco integrado por Sabrina Macchi, Rosario Varela, Federico Liss y Julieta Brito, y al destacado trabajo de fotografía de Cecilia Tasso, en conjunto con la increíble música de Lucy Patané, “Hékate” se convierte en una película atractiva y potente en donde conviven la violencia y la sanación dentro de una atmósfera surrealista; la cual da lugar al espectador a indagar y a reflexionar en esta propuesta que genera más preguntas que respuestas.
Un arranque furioso ante un acto de violencia doméstica, un giro desestabilizador en busca de un plan y un viaje sin rumbo mientras los minutos cuentan. HÉKATE, la guía de las brujas, es una película dirigida y escrita por Nadia Benedicto, cuyas protagonistas se conocen en el lugar y momento menos pensado: Kira (Rosario Varela) y Helena (Sabrina Macchi). Juntas se ven obligadas a abandonar “su zona de confort” para adentrarse hacia lo desconocido, lejos de la ciudad. Una especie de road movie con representación sapphic, donde la impronta femenina pisa fuerte, mezclado con un tinte sobrenatural: el ritual. Yendo a los detalles técnicos, gran parte del staff está conformado por mujeres. La fotografía de Cecilia Tasso logra balancear tanto las tomas de interiores como de exteriores, ofreciendo colores generalmente cálidos. Planos fijos y cerrados, alguna que otra ralentización, ofreciendo un ambiente de encierro. Las pocas escenas de libertad son reflejadas cuando a las actrices se las ve de cuerpo entero o de espaldas. En cuanto al ritmo narrativo, el montaje de Sabrina Gazzaneo juega mucho con el corte directo y el slow-motion, también el contraste entre el día y la noche. Además, podemos apreciar la música de Lucy Patané en tres momentos claves, porque el resto de la trama usa sonido diegético. Sin olvidarnos de las actuaciones de Federico Liss y Julieta Brito, en el rol de Destiny, que irrumpe recién en el tercer y último acto. Un thriller de 77 minutos con el fin de incomodar al principio, visibilizando lamentablemente un hecho que hasta el día de hoy sigue pasando, para luego transformar la atmósfera en busca de una liberación y recuperación de lo que les pertenece.
El título alude a una diosa griega, la que guía a las brujas, pero también la que se transforma en un espíritu vengador de las mujeres heridas. Un film sensorial e inmersivo sobre la violencia machista sin límites y la fuerza que poco a poco van adquiriendo las protagonistas en un viaje por las nocturnidades del sufrimiento, en busca de un renacer, distintas y libres. La realizadora Nadia Benedicto que también escribió el guión y tuvo como colaboradoras a mujeres encabezando cada equipo técnico eligió esta road movie nocturna como un viaje metafórico de las heroínas que habitan el infierno y pueden iniciar un durísimo aprendizaje de autodescubrimiento que las empodera y reinventa definitivamente. Una manera de reflejar con la profundidad más cruda, el violento pasaje del abuso que deja inertes a su victimas, imposibilitadas de reaccionar, salvo quizás con la sororidad como única salida salvadora.
"Hékate", demasiados estereotipos. La legitimidad de la temática del film queda diluida por una puesta demasiado esquemática, que llega a descuidar el necesario verosímil de la trama. No es casual el título del nuevo largometraje de Nadia Benedicto: más allá de su nula relación con la mitología griega, la elección de una de las “titánides” atenienses más veneradas –diosa de la protección, la magia y la brujería– apunta en una dirección poética y, si se quiere, simbólica. En Hékate conviven las ambiciones del thriller de violación y venganza, el drama social y algunas pinceladas pseudo fantásticas, estas últimas ligadas a la infame cacería y quema de brujas del pasado como ejemplo acabado de la violencia hacia las mujeres santificada socialmente. Benedicto, que había abrazado cierta sutileza en su anterior Interludio (2016), la abandona ahora por completo desde el minuto uno de proyección, cuando Kira, la paseadora de perros interpretada por Rosario Varela, termina cenando en la casa de una pareja de clientes. Helena (Sabrina Macchi) recibe toda clase de abusos verbales de su pareja Juan (Federico Liss), tan desagradable en su construcción “típicamente masculina” que sólo le cabe el mote de El Estereotipo. Pero eso no es todo: Juan deja las palabras hirientes y, como quien no quiere la cosa, pasa a la acción, violando a Helena con Kira como testigo amordazada e inmovilizada. Entonces Hékate entra de lleno en el terreno del cine de género, con la dupla de mujeres transformadas en una suerte de Thelma y Louise de las pampas, el tipo atado y narcotizado en el asiento de atrás (todo un tema el de conseguir, en plena noche y sin receta, una fuerte anestesia), en huida hacia alguna parte porque el guion así lo indica. Es la primera señal de algo que el film evidencia crecientemente a medida que avanza hacia el desenlace: las ideas, las intenciones, el discurso, estarán por encima de los personajes, las vicisitudes y el así llamado verosímil. El problema no es otro que el tono general, grave y realista, que impide que el disparate extremo de las situaciones respire libertad catártica. Luego de una escena de liberación sexual que no hace más que replicar las formas y la ubicación temporal en la narración de tanto revolcón heteronormativo en cientos de películas de los años 80 a esta parte, la aparición de un cuarto personaje, una joven de un pueblo de provincia encarnada por Julieta Brito, cierra el último vértice del aquelarre por venir. Que será también rito y sacrificio, espejo invertido de las quemas de hechiceras del pasado, y punto de quiebre para quien desea, de una vez y para siempre, romper con la violencia cotidiana. La fotografía nocturna de Cecilia Tasso encuentra el camino para envolver el relato con un hálito de misterio y tensión, pero las intenciones de Hékate están tan ostensiblemente marcadas por la agenda, y sus criaturas delineadas de forma tan esquelética, que el resultado no puede sino describirse como una puesta en escena trivial de un grito de dolor y rebeldía genuino.
Relato de sororidad y feminismo que explora visual y técnicamente el soporte indagando en qué pasa con dos mujeres que se encuentran y logran superar, ambas, años de opresión y violencia.
“Hékate” de Nadia Benedicto. Crítica La Guía de las Brujas Luego de ganar los premios a Mejor Película en el Festival de Cine de Atlanta 2022 y en el Festival de Austin 2021, este 23 de junio llega a las salas nacionales “Hékate”, el segundo largometraje de la directora, guionista y productora Nadia Benedicto. Protagonizado por Sabrina Macchi, Rosario Varela, Federico Liss y Julieta Brito. Un thriller apasionante que aborda la violencia de género de forma diferente. Helena (Sabrina Macchi) vive junto a su novio Juan (Federico Liss) un hombre violento que la somete tanto físicamente como psicológicamente. Una noche Kira (Rosario Varela), quién se encarga de pasear al perro de ambos, llega a la casa de la pareja para regresar a la mascota, pero en ese momento el perro la muerde por lo que la invitan a entrar para curarla. Allí, la joven, comienza a ser testigo de algunas situaciones incómodas que cada vez se vuelven más violentas. Con el pasar de los minutos todo se sale de control y ambas mujeres se ven en la necesidad de defenderse para proteger su integridad física. Luego de noquear a Juan, Helena y Kira emprenden un viaje por las rutas para decidir qué hacen con él. Aquí el film se transforma en una road-movie (películas de carretera) en donde los pasados y presentes de ambas protagonistas quedarán a flor de piel. El film se caracteriza por contar con un equipo técnico liderado íntegramente por mujeres. Además de una dirección soberbia, se destacan varios apartados: En primer lugar, la fotografía de Cecilia Tasso, un trabajo magistral que convierte al film no solo en una película visualmente hermosa, sino que se encarga de generar la oscuridad que el relato necesita. Por otro lado, la banda sonora compuesta por Lucy Patané acompaña la historia de manera perfecta, creando momentos únicos. Por último, es importante destacar el trabajo del montaje a cargo de Sabrina Gazzaneo, quien crea un ritmo casi hipnótico y atrapante. La realizadora toma un tema muy candente en la actualidad, la violencia hacia las mujeres y lo lleva hacia otro lado, logrando una película que, sin dejar esta problemática de lado, juega con otros géneros además del drama, que la vuelven no solo un producto cinematográfico muy interesante sino también una vía para una búsqueda de libertad y respeto. Excelente.
El origen mitológico del nombre Hékate evidencia una intención de darle a la historia algo más profundo y trascendente que su desarrollo básico y de trazo grueso. No será la mitología ni sus diosas quien salve a esta película de su falta de interés, ritmo y complejidad. Un clásico film del género violación y venganza que empieza de forma absolutamente ridícula y forzada, con una falta de brío para entender la narración cinematográfica que hace esperar lo peor. Pero ese inicio mal armado se vuelve un poco curioso -posiblemente por lo mal escrito y lo mal actuado se vea raro- cuando la escena inicial se extiende y explota en el conflicto de abuso y violencia de género que dispara todo el film. Dos mujeres unidas por el azar emprenden un viaje de venganza que ni ellas mismas saben a dónde terminará. Las imágenes iniciales parecen referir a una ceremonia pagana o un aquelarre, en el viejo estereotipo ultra machista de que las mujeres son brujas. Claro que la película es mala, no machista. Su intención es retratar la unión de las mujeres más allá del macho violento, mostrar cómo la unión de las mujeres vengadoras ofrece un nuevo nacimiento, un futuro mejor, una comunidad sin violencia, aun cuando comience con algunos asesinatos. A Thelma & Louise se le pueden reclamar muchas cosas, pero las actrices eran excelentes y carismáticas y la narración arrolladora. Acá todo es agenda ideológica que incluye a un personaje hablando en el patético lenguaje inclusivo, la última moda de los hipócritas que no pelean por un mundo mejor, sino un mundo forzado para su propio ecosistema neofascista. Hékate podría ser acusada de eso, pero primero debería tener algún valor cinematográfico.
Un viaje de empoderamiento femenino de Nadia Benedicto Con la diosa de las brujas como título del film, la directora de “Interludio” realiza en su segundo largometraje un sensorial viaje de reivindicación femenina a partir de un hecho de violencia de género. En la mitología griega Hékate es la diosa de las brujas, está asociada a la magia, la luna, la noche y sus criaturas. A partir de esta figura mitológica deambula la trama del film. Kira (Rosario Varela) es una paseadora de perros. Al devolver el animal a su hogar es mordida en la mano. Su dueño (Federico Liss), el prototipo de hombre machista que vive con su sumisa esposa Helena (Sabrina Macchi), la hace pasar con la excusa de atender su herida. La situación de extrema tensión deviene en violencia de género para derivar en un viaje nocturno sin rumbo determinado. Esta excelente secuencia inicial, de una tensión inigualable, marca la atmósfera de no retorno de las protagonistas y traza los parámetros de la búsqueda y transformación posterior. Porque lo que comienza luego es una suerte de road movie nocturna de empoderamiento femenino en donde Kira y Helena huyen por la carretera con el marido de esta ultima anestesiado en el baúl. El viaje se convierte en metáfora del terror siempre presente en sus espaldas. Pero también es un viaje de autoconocimiento. Kira guiada por la diosa mitológica conduce (el auto y a Helena) por el camino de la emancipación. Kira le da fuerzas a Helena y la ayuda a salir de su pasividad. Helena se conoce a si misma y reencuentra con su deseo como sucedía con el personaje de Geena Dávies en Telma & Louis (Riddley Scott, 1991). Pero a diferencia de aquel film icónico de los años noventa, la travesía ahora es otra. El camino no se corta abruptamente para inmortalizar una reivindicación utópica sino que inicia un viaje de transformación que buscará replicarse. En ese sentido Hékate (2022) tiene puntos de contacto con Akelarre (Pablo Agüero, 2020), en donde la fuerza de la unión emancipa a las mujeres, les da las fuerzas para auto descubrirse e invita a trazar sus propios caminos por fuera de la mirada del hombre. En ese aspecto ese viaje nocturno, onírico y surrealista, no hay que entenderlo de manera literal. Lo que sucede es una alegoría, una invitación a sumergirse en el barro, en las profundidades de lo desconocido, para que no quede otra opción que atravezar el pasado y resurgir. Hékate es una película que se siente desde las entrañas de su realizadora Nadia Benedicto, imposible de contar sin un deseo propio, inmediato y de extrema necesidad. Una producción realizada casi en su totalidad por mujeres que marca una postura clara e irrenunciable sobre la violencia de género, dejando atrás la denuncia y dando un paso adelante de cara al futuro.