¿Qué tienen en común el mundo de las plantas y el del cine? El director de Los jóvenes muertos y La película infinita concibió un fascinante ensayo en el que habla de dos universos en crisis: por un lado, desde 1750 hasta la fecha se han perdido más de 500 especies, mientras el planeta sufre el avance de las fronteras agropecuarias, el cambio climático y cada vez menos biodiversidad; por el otro, el 90 por ciento del cine mudo y el 50 por ciento del sonoro también se han perdido para siempre.
Listorti reconstruye la historia de la preservación, tanto de plantas como de cine, la tarea de los pioneros, apela a material de archivo y a imágenes actuales (en 16 mm y Súper 8, claro), expone cómo algunas colecciones históricas de especies naturales se conservan solo en la Argentina (porque muchas se perdieron en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial) y hasta encuentra conexiones familiares entre ambas disciplinas: Cristobal Hicken (1875-1933) fue un botánico tan destacado que hoy la principal escuela de la especialidad lleva su nombre, mientras que Pablo Ducrós Hicken (1903-1969), su sobrino, fue un coleccionista cuya pasión por el séptimo arte fue la base para el Museo del Cine que lleva su nombre.
Con la ayuda de algunos testimonios en off de especialistas y de unos pocos carteles explicativos, Listorti va mostrando las técnicas tradicionales de búsqueda, identificación, catalogación y preservación que se mantienen desde hace décadas (siglos) y el paciente trabajo de los especialistas. Un film bello y delicado sobre un oficio, un universo y el trabajo casi invisible (o invisibilizado desde el poder) para que la memoria y la historia no mueran.