La película que conecta con L’économie du couple es la argentina Hija única, de Santiago Palavecino. En esta película también hay una pareja en crisis, y con una hija (no contar más el argumento como política, y como amabilidad a una película que sabe dosificar su planteo con inteligencia y eficacia), pero sobre todo hay una casa como eje importante, una casa con campo, una estancia, que no ha sido puesta en valor. A su modo, nada directo, Hija única es también sobre economía. Es una película en la que no se revaloriza nada, no se produce riqueza, nunca: los personajes orbitan alrededor de bienes heredados, el único trabajo del que se habla es el de guionar y hacer películas pero nada parece muy concreto, así como el plan del maxikiosco; nadie parece aportar demasiado al PBI, digamos. Es una película que va al pasado y lo trae como trauma, como fuente imparable, poderosa. Pero si fuera solo una cuestión temática el atractivo de Hija única no estaríamos ante uno de los estrenos locales más seductores del año. Anomalía de director anómalo, Hija única es una de esas películas que se animan a ir contra la corriente, contra las corrientes, desde el principio: un rostro cercano, gigante en la pantalla de cine -véase en cine-, música que no se pone como compromiso o para quedar oculta, actuaciones de sobriedad ejemplar y a la vez alejadas de cualquier minimalismo o indolencia, personajes que pueden actuar movidos por repentinos enojos, o descolocarse y descolocarnos, y darle vida a una propuesta inusual y fascinante. Palavecino hace un cine argentino que no le teme a la historia, al alcance general de una visión del país, a Borges, al fantástico, al melodrama -ese prólogo con lluvia es de una osadía asombrosa-, ni al cruce con el Leonardo Favio más flamígero. Si hasta Susana Pampín, con su personaje, recuerda a La Lechiguana de Nora Cullen. Palavecino hizo una película única al procesar sin grumos varias influencias, adns diversos, múltiples. Y afirma su voz individual en un cine argentino afortunadamente cada vez más difícil de encasillar con tres o cuatro etiquetas.