Lo que vale es la intención
Para el centenario del nacimiento de Julio Cortázar, y como parte de una serie de eventos conmemorativos a nivel nacional, el director Julio Ludueña escribió y coordinó la realización de diez cortos, a cargo de diez artistas plásticos y dibujantes (con nombres mayúsculos como Luis Felipe Noé y Carlos Alonso, entre otros), inspirados en Historias de Cronopios y de Famas. Considerada una obra menor por los admiradores de Rayuela, Cronopios… es, sin embargo, una colección de cuentos breves, como aforismos lisérgicos, casi surrealistas, donde Cortázar puso a prueba su ingenio. Nada de eso puede percatarse en la película. Los cortos, de libre adaptación (el libro, como cabe imaginar, se resiste a una adaptación literal), naufragan al abrazar la mística de Cortázar, el intelectual denunciante, dejando a un lado el alto voltaje de su visión. La animación es también discreta, anacrónica, como si Pixar nunca hubiera existido (en conjunto, el resultado es como un collage de Fierro y Cerdos & Peces con mensaje tercermundista). Sólo el corto con ilustraciones de Crist, un trasnochado cruce de dos ejércitos con oblicuas referencias a la Conquista del Desierto, se alinea en cierto sentido con la perspectiva cortazariana.