"Holy Spider", un thriller que se impone como denuncia
El film del iraní nacionalizado danés Ali Abbasi se basa en el caso de Saeed Hanaei, un hombre que entre 2000 y 2001 asesinó a 16 prostitutas en la ciudad sagrada de Mashhad, a la que pretendía “limpiar de impurezas”. El director busca exponer las condiciones de vida de las mujeres en los países donde rige la cultura islámica radical.
Las películas de asesinos seriales han llegado a convertirse, a fuerza de la insistencia (y el éxito), en un género en sí mismo. Algunas de ellas son fantasía pura (o casi), como El silencio de los inocentes (Jonathan Demme, 1991) y otras, como Zodíaco (David Fincher, 2007), aprovechan casos tomados de la realidad, que como se sabe, lugar común mediante, suele superar a la ficción en inventiva y atrocidad. Dentro de ese subgénero que se mueve con soltura entre el policial y el terror, la coproducción Holy Spider tiene algunos rasgos que la distinguen del resto.
En primer lugar por su origen. Se trata de una coproducción europeo - asiática dirigida por el cineasta iraní nacionalizado danés Ali Abbasi, elegida por Dinamarca como representante a los Oscar 2023. De hecho, hasta este martes integró junto a Argentina,1985, de Santiago Mitre, la lista de 15 precandidatas a conformar la terna de Mejor Película Internacional, de la que, a diferencia del film argentino, finalmente no forma parte. Pero además Holy Spider está ambientada en Irán a comienzos del siglo XXI y sus acciones se basan en el caso de Saeed Hanaei, un hombre que entre 2000 y 2001 asesinó a 16 prostitutas en Mashhad, la ciudad más sagrada dentro de Irán, a la que pretendía “limpiar de impurezas”.
Abbasi, conocido por Border (2018), su extraordinario trabajo anterior, usa la historia de Saeed (la película evita dar su apellido) para pintar un fresco que está más a tono con el clima social de la segunda década del siglo XXI, que con el de aquella en la cual ocurrieron los hechos. Es decir, una película que se propone como denuncia de las condiciones en las que viven las mujeres en los países donde rige la cultura islámica radical. Acá se trata de Irán, enemigo de Occidente, pero las condiciones son similares en países “amigos”, como Arabia Saudita. De ese modo, Holy Spider no solo funciona como policial (lo mejor de la película surge de esa línea, donde la investigadora es una periodista interpretada con intensidad por la iraní Zar Amir-Ebrahimi, ganadora del premio a Mejor Actriz en el último Festival de Cannes), sino también un thriller político y social.
Por ese camino, Holy Spider se vuelve un poco subrayada en su intención de exponer algunas de las aberraciones a las que las mujeres son sometidas ahí. Por supuesto, que el caso de Mahsa Amini haya ocurrido pocos meses después del estreno en Cannes habla de la capacidad de la película para exponer un determinado cuadro de la realidad en el momento mismo en que este se desarrolla. Sin embargo, Holy Spider queda presa de esa necesidad discursiva, justificada como acto político, pero que termina debilitando al objeto cinematográfico. La película cae incluso en algunos excesos que se comprueban fácilmente viendo el documental And Along Came a Spider (Maziar Bahari, 2003) que incluye testimonios directos del asesino, su esposa y su hijo adolescente (gratis en vimeo.com/52737965).