Son los tiempos del gore urbano, del psycho killer como el enfermo predilecto para el consumo masivo. Holy Spider tiene pulso de thriller, pero no apuesta al misterio, sino a la construcción de un escenario cultural que fabrica a sus propios femicidas. Sórdida, violenta, impúdica, sus imágenes se ubican en la frontera de la misma explotación que denuncia para mostrar a Irán como un infierno primitivo para las mujeres.