Siguiendo con sus películas de mensaje moralizante, el guionista y realizador José Celestino Campusano sale del conurbano y se interna en la Pampa húmeda para abordar el tema de los curas pedófilos.
Muy a tono con estos tiempos, uno de sus protagonistas es un religioso que abusa de cuanto niño llega al comedor comunitario de su parroquia. El otro personaje principal es Ariel, un muchacho del cual el cura ha abusado y hoy rechaza. El chico, desesperado al principio, no tarda en asumir su condición sexual, se introduce en el mundo gay del pueblo y seduce a los peones de su padre.
Película con varios giros, áspera como todo el cine de Campusano, Hombres de piel dura vuelve a mostrar una galería de actores no profesionales que funciona mejor que otras veces. Pero la historia resulta cruda y obvia, sin sutilezas -el cura es en todo miserable, la hermana en todo fiel- y sin ahorrar detalles en las relaciones sexuales y en su desmitificación del peón argentino machote.