Tal vez la película definitiva sobre la invasión a Iraq desde el lado invadido, este documental de casi cinco horas y media de duracion describe la vida en Bagdad y algunas otras ciudades previa y posterior a la invasión estadounidense desde el punto de vista, principalmente, de una familia iraquí que se va preparando para la anunciada invasión y, en la segunda parte del filme, contando y mostrando lo que pasó después.
Fahdel filma principalmente a miembros de su familia, primos, hermanos y sobrinos, y durante la primera parte vemos cómo continúan su vida cotidiana mientras se preparan para la llegada de aviones y misiles. Especialmente en la mirada de los niños, que por momentos lo toman casi como un juego, es donde el filme va cobrando más y más fuerza. Filmado como diario familiar, Abbas saca de ellos sus reacciones honestas y “políticamente incorrectas” a lo que está por suceder mientras muestra sus actividades cotidianas: ver fútbol por TV, estudiar, ir a casamientos, comer, etc.
Fahdel toma una decisión que considero la mejor de toda la película y tal vez un ejemplo a ser tomado en cuenta por otros documentalistas: con mínimos textos que aparecen a lo largo del filme nos informa sobre la muerte (posterior) de algunos de los personajes que estamos viendo, sacándose de encima cualquier tipo de situación potencialmente morbosa ni queriendo aprovechar la cronología del relato para luego impactarnos con un golpe bajo. Sabemos quien muere –y es doloroso– pero se nos informa con la coherencia ética de un cineasta que no quiere “aprovecharse” ni explotar la situación de ninguna manera.
La segunda parte pierde un poco de fuerza por el lado familiar ya que la narración se dedica a mostrar las consecuencias cotidianas de la invasión de modo más amplio y genera algunas imágenes que, si bien son durísimas y perturbadoras (como la destrucción de hogares, hospitales, radios, el archivo cinematográfico, etc) también son más típicas de este tipo de registro documental. Pero lo que queda de la familia del director sigue ocupando su lugar central y sobreviviendo –con muchas más complicaciones, tragedias y dolores, pero sin perder del todo cierto optimismo– ante la ciudad sitiada y constantemente en tensión. El secreto está en encontrar aun en esas situaciones, momentos que permitan identificarse con los protagonistas, en especial los chicos y adolescentes que la protagonizan, testigos y víctimas de una guerra que les cae, literalmente, encima de sus cabezas…