El documental, reciente ganador del Mejor Filme en la sección ItaliaDoc en el Festival de Bellaria y ganador en la categoría de Mejor documental italiano en el Festival de Torino, habla de este ser solitario Mario de Marcella que vivió por más de sesenta años en una cueva y que se comunicaba poco con los demás habitantes del pueblo. Así, la película muestra a este hombre a través del testimonio y las conversaciones de un grupo de amigos que lo conocían. Nos vamos formando una idea de él, un esbozo, a partir de los chismes y de lo que se decía de él. El documental se va convirtiendo así en un registro dudoso de la vida de este hombre puesto que lo contado por estos vecinos es lo que recuerdan y saben de oídas, no porque conocieran su historia directamente.
Así, con una narración basada en estos chismes del pueblo, el documental indaga en la relación de cada cazador con Mario de Marcella. A ratos una reflexión sobre la relación de cada hombre con su entorno, a ratos un contraste entre lo que es una leyenda y lo que es un chisme, la película entrevista a estos hombres pero también permite que su rutina hable por ellos. Y cuando hablamos de rutina, me refiero también a la naturaleza que los rodea. Los sonidos del bosque se entremezclan con la música del saxofón y otros instrumentos de la música de Vittorio Giampietro que invitan a sentir la soledad profunda.
[Posible spoiler en el párrafo siguiente]
"Hay huecos que esconden serpientes", dice el narrador. Y es lo que sospechamos que se esconde en ese hueco a oscuras donde algo de arrastra. Hueco y serpiente que nos hacen pensar en la mamá de Mario, en sus chismeadas brujerías, y también en la serpiente como animal ponzoñoso que nos inquieta desde la oscuridad del inconsciente. Y es a este inconsciente al que nos termina llevando la película; inconsciente ya no oscuro sino luminoso como el de una clínica; inconsciente que yace de espaldas en una cama. ¿Es éste Mario quien habla? ¿Es él en realidad?, nos preguntamos. Y después de tanto que nos han hablado de él, tanto que nos han dicho que hablaba poco, este final nos cuestiona las certezas que teníamos en torno a Mario y sólo queda la duda.
Finalmente, entre planos que contrastan a los cazadores con la naturaleza y una edición muy fluida que enlaza con precisión una toma con la anterior, éste es un documental que reflexiona sobre la soledad en este ambiente rural desde el punto de vista del otro. No es el solitario quien habla, sino quien ve al solitario. Y como en un espejo, vemos al ser humano deformado con respecto a otros.