Il Solengo es un documental italiano que pone en primer plano la leyenda de Mario de Marcella, un ermitaño que vivió en un pequeño pueblo a 60 km de Roma y optó por una vida de aislamiento y reclusión. Las personas que lo conocieron despliegan el enigma que lo rodeó y su extravagante personalidad.
El “loco del pueblo”
La producción italo-argentina, dirigida por Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, busca recuperar la tradición oral a través del testimonio de un grupo de cazadores en Vejano, un pueblo rural de no más de 2000 habitantes donde el documental fue casi enteramente filmado.
El grupo de viejos amigos se reúne en una pequeña cabaña –bebida caliente de por medio– para recordar historias de Mario de Marcella (Mario, el hijo de Marcella), un particular hombre que eligió vivir en solitario. Por ello se ganó el apodo de “Il solengo”, que en el dialecto toscano es una referencia al jabalí que se aísla de la manada.
La película se va construyendo a partir de charlas de quienes conocieron a Mario e imágenes rurales de la zona, que nos ayudan a completar una idea del estilo de vida de aquellos cazadores. Es interesante cómo ellos “viven su vida” mientras relatan las historias: cocinan, beben, cazan, realizan quehaceres. Así, el espectador logra edificar una imagen mental de Mario, el “loco del pueblo” de quien todos tiene algo para contar: que su madre era una bruja, que su padre fue argentino y estaba en prisión, que Mario tenía tendencias violentas o que –por el contrario– era un ser lleno de paz y tranquilidad.
Un relato contradictorio
Un aspecto curioso del documental es que las historias tienden a contradecirse. Los amigos relatan una misma anécdota (o una misma creencia) de formas absolutamente diferentes. Estas contradicciones construyen, como una suerte de efecto Rashomon, el rompecabezas que fue Il Solegno, y lo que representó para los habitantes del pueblo.
Al final del día, la historia de Mario es una excusa para poder describir un mundo que parece haberse quedado atascado en el pasado: despojado de tecnología, de viviendas rústicas, colmado de naturaleza viva.
Conclusión
El documental avanza con ritmo pausado y casi sin música. Si bien su atmósfera es hipnótica, puede tornarse denso por momentos. Su duración de 70 minutos es adecuada, aunque uno se queda pensando si no habría sido mejor acortarle quince o veinte minutos. Los amantes de los films meditativos sobre el tiempo, la naturaleza y la soledad, quizás encuentran gran placer en Il Solegno. Aquellos que buscan algo un poco más movido, tengan en cuenta que se trata de un film tranquilo. Eso sí: ambos grupos presten atención a la pequeña sorpresa que se presenta en el final.