Una entrevista de tv nos transporta al año 2004. Movimiento, policías y dos jóvenes que son entrevistados. Dos adolescentes que narran con dolor y shock lo sucedido en su escuela. Implosión, de Javier Van De Couter, nos pone en contexto: la masacre escolar sucedida en Carmen de Patagones. Donde un alumno de 15 años disparó a mansalva con la pistola de su padre a sus compañeros de aula, provocando la muerte de tres de ellos, e hiriendo a otros cinco.
Pablo y Rodrigo son dos de los sobrevivientes de esta tragedia, quince años después siguen siendo amigos. Ellos se juntan, toman cerveza, también cazan… De pronto se enteran que su agresor, el responsable del tiroteo, salió en libertad, por lo que deciden emprender un viaje para ir a buscarlo. Un viaje rumbo al norte, entre La Plata y Ensenada.
Una verdadera road movie emocional, donde una cámara íntima (hay mucho primer plano), va registrando los estados de ánimo de ambos. Un viaje hacia la liberación, hacía la elaboración de un duelo tardío, tal vez de sentimientos negados, que se abre paso en esa búsqueda del culpable. O en el encuentro fortuito de con un grupo de adolescentes, que con una mirada desprejuiciada y solo acompañando, logran que Pablo y Rodrigo implosionen.
Cabe señalar que los protagonistas son los verdaderos sobrevivientes de esta masacre, lo que hace que ese dolor impalpable traspase la pantalla. Un dolor con huellas físicas, también reflexivo, en donde se pone en juego una reconstrucción alternativa, ficcional del duelo. A veces la revancha no es un buen camino, pero su impulso sirve para cerrar viejas heridas, para regresar a casa con algo de paz.