¿Cómo un tipo con cara de idiota puede convertirse en un héroe de acción taquillero?. La respuesta no la sé, pero la prueba la tengo a mano y se trata de Nicolas Cage. Y, lo que es peor de todo, es que el tipo es solvente en los papeles. Mi critica va, en todo caso, a que en el disparatado mundo de Hollywood todo es posible si se tiene un ego enorme. Es raro que haya visto una pelicula espantosa de Cage (salvo las de la saga National Treasure) y uno puede reprocharle que se las da de galan infalible cuando la pinta no le da, pero nadie le puede negar que el 90% de sus películas de acción son entretenidas.
Y engrosando ese 90% figura Infierno al Volante. Es una road movie con toques sobrenaturales. Cage va detrás de los malos; un emisario diabólico va detrás de Cage. Nuestro héroe es expeditivo, y no queda títere con cabeza a su paso. Tampoco le importa mucho si lo que liquida son satanistas o policías cumpliendo su deber. ¿Políticamente incorrecto?. Si, y mucho. Pero desde el momento en que mata a una docena de tipos mientras hace el amor (y el quía no se distrae ni se le va la excitación), sabemos que ésta es una película gloriosamente exagerada y ridícula. ¿Para que matarse en intentar tomarla en serio?.
En Infierno al Volante todo es disparatado. Cage hace cosas demenciales con los autos. Se le une una chica que es tan salvaje como él. Hay balaceras delirantes y persecuciones interminables. También hay un tipo que se hace llamar "el contador" y parece que trabajaba en la administración del infierno. Mal día para Satán: parece que se le escapó una de las almas que tenía retenida en el purgatorio. ¡Esperen!. ¿No será Nick Cage?.
El libreto es un delirio de aquellos y está dirigido con brío. Era indispensable, sino la gente saldría a raudales de la sala a los cinco minutos de comenzado el filme. El tema es que la historia acumula tantos disparates que, a mitad de camino, se queda sin combustible (cuando los satanistas huyen con la chica en la MotorHome). Entonces los guionistas deciden recoger todo, barajar y repartir de nuevo. Y ahí la película comienza a declinar, simplemente porque los deus ex machina se acumulan de manera inconfesable. Amigos que aparecen de la nada, superpoderes de último momento, gente que pierde dos días de persecución pero igual llega a tiempo para el clímax... La pelicula pierde bastante de su entusiasmo y las incoherencias comienzan a salir a flote. Aún así, llega con el combustible justo para un grand finale medianamente decente.
Este es un espectáculo pochoclero, así que ni nos calentemos en pedirle peras al olmo. No es Bergman (Ingmar, no Ingrid). Se le pueden reprochar dos cosas: que el villano es anodino, y que la historia se desbarata sobre el final. Por contra, la dupla central es muy buena repartiendo tiros y trompadas, y el personaje de William Fichtner es una delicia cada vez que aparece. Con todo esto, ¿qué más se le puede pedir a 90 minutos de espectáculo descerebrado y entretenido?.