El eje del segundo largometraje del cordobés Nadir Medina es el difícil reencuentro entre Pablo (Santiago San Paulo) y Jesi (Jazmín Stuart) después de un paréntesis agigantado por la distancia geográfica y la muerte de un amigo en común cuyo recuerdo persiste. La película opera sobre el impacto que provoca ese choque emocional con paciencia y delicadeza, sumando los valores de una utilización precisa del fuera de campo y un sutil trabajo sonoro como eficaces herramientas narrativas. También se apoya en las buenas actuaciones, sobre todo en el oficio de Stuart, capaz de volverse intensa o vulnerable sin lucir nunca artificial ni apelar al subrayado.