Cinco razones para oponerse intensamente a Intensa-Mente
Intensa-Mente de Pete Docter y Ronaldo Del Carmen -pero se dice, en general, "de Pixar"- transcurre, ya lo saben, en la mente de una niña llamada Riley que está dejando de ser niña, y que para colmo se muda, de ciudad y de estado. Y dentro de las informaciones que circulan se dice que para la película se tomaron en cuenta investigaciones recientes de la psicología y de la neurociencia. Dentro de la mente hay personajes que son Alegría, Furia, Disgusto, Temor y Tristeza. Intensa-Mente es, hasta el momento, el estreno mejor ranqueado en lo que va del año según la crítica nacional. La número 1. Así y todo, van algunas razones para oponerse:
1. Intensa-Mente es una película que intenta pasar por llena de diversión y de aventura. Quizás sea divertida para varios pero algunas de las claves de la aventura están ausentes. Por ejemplo, no hay peligro real. Puede pasar que un recuerdo que era feliz ahora tenga componentes de tristeza. Y bueh. Riley no vive aventuras, y tampoco esos seres que representan emociones básicas, porque sus peripecias tienen reglas ad hoc, creadas para la ocasión. Ojo, que si la bola de furia toca a la del temor... Oh, tenemos que llegar antes de que se derrumbe la isla del juego con muñecas o cosas por el estilo. Y sí, todos crecemos.
2. Intensa-Mente corre con ventaja. El cine, arte del paso del tiempo, del registro del paso del tiempo, tiene que hacer un gran esfuerzo para no emocionar con un misil teledirigido como "nena hija única que está pasando por el fin de la infancia + cambios por mudanza + relato desde el nacimiento + la felicidad supuestamente diáfana de la infancia en crisis". Intensa-Mente tenía todo para llegar al corazón desde el cerebro, pero es una película mecánica, sin la fluidez necesaria para encontrar zonas de sorpresa. Claro, una niña que se abraza con sus padres funciona siempre, pero no es un mérito. Con un sólo plano, el de la oreja gastada de Slinky -el perro con resorte-, Toy Story 3 emocionaba más y mejor, de forma más noble.
3. Justamente con Toy Story 3 Pixar ya había hecho su gran película sobre la niñez, que trataba lo que se deja atrás y lo que viene, lo que debemos abandonar aunque haya sido importante. Y lo había hecho con aventura, con grandeza, con emociones que -claro- se mezclaban, y con lógica narrativa que nos involucraba: el peligro de Toy Story 3 era transmitido por el relato, los personajes estaban amenazados.
4.Intensa-Mente se condena a sí misma con sus personajes directos. Era una gran apuesta hacer cinco entidades como Alegría, Furia, Disgusto, Temor y Tristeza. Podrían haber sido cualquier cosa, pero el poder de la imaginación no se luce en el diseño de estos seres: la alegría es flaca y medio Tinker Bell, la tristeza es gordita y azul... La película tiene que explicarse y aparentemente no tiene tiempo para complejizar sus diseños. Va de forma directa: porque ahí en donde en Toy Story -y en la mayoría del gran cine- hay juego, metáfora, sustitución, aquí se lo reemplaza con el mundo y el muro de lo directo: las emociones se nombran directamente. No hay un vaquero celoso de un astronauta recién llegado mediante el que entendemos hermano mayor celoso del hermano menor. No, vemos sin filtro y sin juego tristeza, crisis, fin de la infancia, como en un manual de psicología.
5. Para terminar, Intensa-Mente es una de esas molestas películas que tienen vergüenza de sí mismas. "Parezco divertida pero mirá, te enseño algo", "soy de animación pero me basé en las neurociencias"; "tengo colores chillones para chicos pero la pueden ver los grandes porque trata temas importantes y hago chistes básicos con otros muñequitos/emociones sobre cómo son los padres". Para peor, el corto de los volcanes que acompaña al que podría ser el peor largometraje de Pixar bien podría ser el peor corto de Pixar.