De padres e hijos (o de cómo el found footage pervierte el mockumentary)
El found footage es el hijo digital del mockumentary o “falso documental”. También es uno de los subgéneros más limitados que existe. En primer lugar, porque, a diferencia del falso documental, es muy difícil establecer capas de significación que se encuentren por debajo del relato superficial (o al menos no existe un intento digno por lograrlo). Por otro lado, son pocos los exponentes en los cuales se mantiene con equilibrio orgánico la tensión entre la puesta de cámara enérgica (y, dada la característica fundacional del estilo, la justificación verosímil de ésta) y el ritmo narrativo. Si el cine fuera matemático podríamos decir que si mezclamos ambos subgéneros podríamos obtener un producto con la energía del found footage y una riqueza narrativa que es más fértil en el mockumentary. Bueno, si quedaban dudas, el resultado de Invocando Al Demonio (The Possession of Michael King) viene a recordar que el cine es cine y ya.
El film empieza con un elemento traumático que enfrenta tardíamente al protagonista, Michael King, con la pérdida (en apariencia, en el más absoluto de los sentidos). La primer decisión que toma el personaje para afrontar esa ausencia es sumergirse en un proyecto documental que encuentre significado (o al menos suture momentáneamente) para su desdichada situación. King se sumerge rápidamente en el escape que se impuso a sí mismo e inicia un recorrido que lleva al espectador por las diversas teorías y elementos del cine de terror de posesiones. Esta primer parte de la película resulta la más disfrutable. Se plantea el tema y la autoconsciencia hace que la película se permita ser divertida. El estilo mockumentary, presente en esta parte, otorga la experiencia cinematográfica necesaria para releer su historia y si es necesario burlarse de ella (no es casualidad que gran parte de los mockumentaries sean satíricos). En la segunda mitad, la narración va desde lo arcano hasta lo puramente científico con interesantes matices en el medio. Esto crea buenos ambientes, muchos de los cuales son casualmente pilares del subgénero del falso documental.
Invocando al Demonio fractura su narrativa de manera alarmante a la mitad de su segundo acto, perdiendo el rumbo por completo.
Al llegar al punto máximo del viaje (una sesión de hipnosis) comienza el retorno descendente hacia el trauma inicial. Esta caída coincide con un cambio estilístico. El personaje, antes acompañado por un camarógrafo, queda sólo con la cámara. Este podría considerarse el traspaso formal al found footage. Pero Invocando al Demonio además refuerza este acto, dado simbólicamente por la caída del protagonista, con la decadencia de la trama y el sentido narrativo en el limbo de los lugares comunes del estilo “material encontrado”. La navaja que corta en estas dos partes a la película es la seriedad. En el tercer acto el film empieza a pretender tomarse en serio a sí mismo utilizando elementos dramáticos que no son desarrollados orgánicamente a lo largo de todo el metraje sino que son insertados de forma abrupta. El estilo de este “hijo digital” que es el found footage no es procesar en la autoconsciencia sino copiar, y hacerlo mal. También es pretender ser más de lo que es y hacerlo torpemente. Es por eso que, a partir de este punto, la narración pierde todo rumbo. De esa forma se llega al que es el desenlace más soso que vi en lo que va del año. Un duplicado del final de una obra maestra (que prefiero no nombrar para evitar spoilers) pero separada de todo sentido.
Invocando al Demonio empieza sorprendiendo al espectador ya cansado de este tipo de propuestas, encaminándose a través del falso documental para culminar destruyendo todo ese oxígeno inicial con la intensión de acomodarse a un tercer acto que sea más “propio” del found footage.