Se explota lo paranormal y la filmación, como tantas otras películas, se desarrolla con cámara en mano.
El protagonista Michael King (Shane Johnson, "Rescatando al soldado Ryan”) casado y con una hija pequeña, no cree en Dios ni en el Diablo, es un ateo que se ríe de todo lo relacionado con el esoterismo y la magia blanca o negra.
Cuando muere su esposa Samantha (Cara Pifko) repentinamente, decide que su próxima película será destinada a investigar sucesos supernaturales, casi todo se centra con experimentos en su persona, todas sus ocurrencias son extrañas, hace caminar por su cuerpo bichos y también se convoca a otras situaciones. Busca practicantes en demonólogos, sacerdotes, brujos y utiliza los más oscuros hechizos y rituales para despertar las fuerzas oscuras que puedan llegar a encontrar en él. Lo que quiere demostrar es que todo esto es mentira, que nada existe y toma varios alucinógenos y le pone: el cuerpo, el alma y la mente.
Michael comienza a mostrar alteraciones en su comportamiento habitual, esta poseído, se transforma en un ser peligroso no solo para él, sino también para quienes lo rodean como por ejemplo su hija Ellie King (Ella Anderson) y su hermana Beth King (Julie McNiven), entre otros.
Va utilizando a lo largo de su relato una cámara.
Este es un falso documental y el found-footage contiene algunas similitudes a “Actividad paranormal” y “REC (la española), entre otras. Filmada con cámara en mano, luz infrarroja, cortes rápidos, salvajismo, gore, locura, varios encuentros demoniacos, sobrenatural, efectos especiales y una oscura historia de terror atractiva para las nuevas generaciones. Con algún sobresalto, lugares poco iluminados, ruidos aturdidores y otros elementos típicos del género. Resulta para un público poco experimentado en el género, carece de guión y de actuaciones. El final es muy predecible.