“Judíos por elección” nos permite volver a encontrarnos con una directora de mirada aguda, capaz de variar sus modos de registro.
Judíos por elección es, a primera vista, un documental que presenta de un modo sencillo una realidad poco conocida: los caminos de quienes se convierten al judaísmo. Desde el origen simbólico y personal, pasando por el largo y trabajoso proceso de aprendizaje, hasta llegar al ritual de incorporación a una vida plena de obligaciones, Michanié acompaña a un grupo de personas de diversos orígenes religiosos, sociales y culturales en su encuentro con su nueva religión. Aun si la película fuera simplemente el relato de cada una de estas historias, enfocadas en la centralidad que adquiere el universo religioso para cada uno de los protagonistas, el resultado sería interesante.
Sin embargo, esta función informativa, esta apertura de puertas y ventanas que permiten develar una realidad compleja y plagada de sensaciones intransferibles, es solo una de las facetas de esta nueva película de Matilde Michanié.
En la elección de la realizadora hay una decisión clave, sin dudas central dar lugar a otra faceta de la película. Michanié decide mantenerse al margen, evita toda “visibilización” de la cámara o del artefacto que construye el film. Esta decisión permite que por momentos el diálogo entre el entrevistado y el espectador sea fluido, intenso. Así se produce lo que parece más interesante en la película: la permanente interpelación al espectador.
La película se convierte en muchos momentos en provocadora. Por momentos diría, perturbadora. Pues en la dialéctica que se establece entre el protagonista, “mirado” desde una realidad ajena por el espectador y este, interpelado por el converso, aparecen nuevos significados que parecen ajenos al discurso denotado. Michanié maneja con inteligencia la otredad en su película. Todos los que están allí presentados son “otros” en relación con el espectador. Desde aquel que viste a la usanza ortodoxa en un lugar donde esto no es común – por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires – como aquella familia sencilla del conurbano bonaerense que redefine su modo de vida para convertirse colectivamente, sin que ello implique una distancia definitiva del resto de sus relaciones.
De este modo ese “otro” presentado en la pantalla, con su discurso donde aparecen el misterio de la fe, el valor positivo del sacrificio y lo hermoso que la elección tomada, implica a los muchos “otros”, que son los espectadores. Tanto aquellos en la pantalla, como aquellos en las butacas, son otros. Y esa sensación de enfrentarse con otros, siempre provoca conflicto. De este modo la película provoca dialécticamente a quien carece de un sentimiento religioso e imagina que esos sujetos carecen de conciencia crítica, sin dejar de valorar por ello el sentido ético, el valor de su decisión que es difícil; motiva al que teniendo una fe religiosa, sea o no de origen judío, se enfrenta a un espejo que devuelve las obligaciones olvidadas en medio de una resignificación cosmopolita de las prácticas religiosas y finalmente, sin dudas que habla con el propio judío de las complejas determinaciones de tal identidad.
Michanié no deja además de poner en cuestión, con este modo distante de contar, las propias prácticas de los protagonistas, que revelan modos particulares de socialización que, más allá de la conciencia que tienen de sus decisiones, los implican tanto a ellos como a sus familias y afectos. También, con su “ecuanimidad” al presentar los discursos de los líderes de las tres principales corrientes dentro del judaísmo, pone en conflicto también la lógica interna de la burocracia religiosa.
“Judíos por elección” nos permite por segunda vez, su anterior película fue “Licencia número 1”, encontrarnos con una realizadora de una mirada muy aguda, capaz de variar sus modos de registro, lo que utiliza como herramienta para abrir el espacio de la mirada del modo más apropiado para su propuesta.