Convenciones muy bien intencionadas
Cada tanto algún documental de Discovery Channel se ocupa de historias sobre un condenado a cadena perpetua que, tras pasar largos años en la cárcel, es liberado gracias a que las pruebas de ADN, no disponibles en los tiempos de su condena, muestran su inocencia.
Este drama narra uno de estos casos, tal vez más impactante que otros por el hecho de que la hermana del falso culpable se dedicó a full al asunto, al puuto de recibirse de abogada para poder mover desde adentro los lentos engranajes de la justicia.
La historia es atractiva y llena de buenas intenciones, pero demasiado lineal y no tan interesante como para que el espectador atestigüe, durante un buen par de horas de proyección, la larga espera de una década y media para que Hilary Swank insista e insista, poniendo a prueba la paciencia de todo el mundo que la rodea, en que su hermano Sam Rockwell es inocente.
Si esto fuera un thriller, o al menos un drama tribunalicio, podría haber alguna maliciosa sorpresa en el desenlace, pero dado el cariz de drama realista que tiene todo este producto -jugado desde la premisa de que el espectador está familiarizado con el caso, muy promocionado por la prensa estadounidense en su momento- no sólo no hay sorpresas, sino tampoco matices que ayuden a darle mayor interés al asunto desde algún ángulo. Por ejemplo, prácticamente no hay más que una escena que muestre la angustiosa existencia del condenado en la cárcel, ni tampoco descripciones que revelen los sórdidos recursos corruptos de la polícía para lograr falsos testimonios en el momento del juicio, salvo apenas una escena con una casi irreconocible Juliette Lewis explicando los motivos de su perjurio.
Las actuaciones son buenas, y la direccion es correcta ero terriblemente convencional y poco imaginativa. Aun en cable, este film bien intencionado corre con desventaja, ya que finalmente un documental sobre el mismo tema suele durar menos de una hora y puede resultar más ágil que este lineal drama de la vida real.