Justicia final

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

El film comienza con el infalible cartelito de “basada en una historia real”, situación que acciona directamente sobre un axioma muy hollywoodense: si esta basada en hechos verídicos, no le creas nada.

¿Esto que significaría? Que el disparador, la chispa inicial de la producción puede ser que haya acontecido, el resto de la historia siempre se pone en duda. Como ejemplo podría citar “La tormenta Perfecta” (2000), dirigida por Wolfgang Petersen, que se baso en la existencia de una tormenta contemporánea a fines del siglo XX, de magnitudes bíblicas, pero la historia de los héroes de marras no se la podía creer nadie.

El caso es que en esta oportunidad parecería ser que al igual que en “Erin Brockovich” (2000), de Steven Soderberg, la mayor parte de la historia si es real.

Entonces entramos en otra disyuntiva, ¿cuál es la razón de cambiar el titulo original “Conviction” por el de “Justicia Final”?

Mas allá de las razones a esgrimir, digamos que lo primero que formula, que instala, es del orden de previsibilidad del relato. Sería tan obvia la respuesta en relación a la pregunta como lo era en la publicidad del licor “Legui” en que el personaje preguntaba ¿por qué le habrán puesto caballos? (a la etiqueta).

Mi idea es que las razones de modificación del titulo, esta respondida en la estructura narrativa.

“Conviction” hace referencia directa al personaje de Betty Anne Waters (Hilary Swank), encuadraría, se afianzaría en ella todo el peso dramático del filme, dejando en segundo término al personaje del hermano Kenny Waters (Sam Rockwell).

En algunos países se estreno simplemente con el nombre del personaje femenino.

“Justicia Final”, recupera y coloca al personaje masculino en una primera línea, digo, para quienes entren a ver la película habríase instalado un doble interrogante. Por una lado en correspondencia a Kenny ¿Es inocente? Por otro en analogía a Betty ¿Podrá la hermana lograr su propósito?

El mismo, digo, la intención de la hermana la conocemos en los primeros minutos de la proyección. La historia narra las vicisitudes que transita, la lucha y renunciamientos de Betty, cuando su querido hermano Kenny es acusado de homicidio. Ella es la única que le cree en su declaración de inocencia.

Juzgado y sentenciado a cadena perpetúa, ella agotara todos los recursos legales para probar su inocencia, hasta llegar al punto de terminar la escolaridad y estudiar derecho en la universidad, aunque ello ponga en peligro la estabilidad de su propia familia.

Durante el juicio, a principios de la década del 90, todas las pruebas lo inculpan, con el agregado de dos testigos, su ex mujer y una ex novia (Roseanna Perry, muy buena reaparición de Juliette Lewis).

El comienzo del filme hasta parece promisorio, narrado clásicamente pero con algunas rupturas temporales, constituidas a partir de regresiones (léase flashbacks) en los que nos vamos enterando de la vida de estos hermanos desde su maá tierna niñez, la dura supervivencia a la que se vieron expuestos en una familia disfuncional, siendo su intima relación, el amor que se profesaban, lo que los mantuvo vivos.

Me detengo un segundo para subrayar las increíbles actuaciones de Tobías Campbell como Kenny de niño, y especialmente Bailee Madison en la piel de Betty cuando niña, por supuesto que esto también depende y muchísimo de la dirección de actores, por lo que no voy a cometer el pecado de sacarle los lauros al realizador.

Continuo.

El actor Tony Goldwyn, el malo de la película “Ghost, la sombra del amor” (1990), acá en funciones de director, conoce el paño, maneja el estilo narrativo convencional hollywoodense con mucha pulcritud, situación que no desmerece al producto, y esta bien hecho. Hasta los puntos suspensivos que intenta e instala en la construcción del relato son tradicionales, esos momentos en que el espectador se empieza a preguntarse si Kenny es realmente inocente, aparece en la pantalla el mismo interrogante.

Esta misma situación da cuenta que la fábula mantuvo despierto a los espectadores más allá de su previsibilidad narrativa, esto asimismo es todo un merito.

En cuanto a los rubros técnicos digamos que están en función del relato, la dirección de arte, la banda de sonido, por lapsos en función de temporalidad, dando cuenta, sobre todos con temas musicales, del momento histórico en que se desarrolla la escena, por otros la música cumple una función entre empática y de refuerzo de la imagen.

Pero lo más destacable son las actuaciones. El duelo actoral entre Sam Rockwell e Hilary Swank no determina ganador, sólo que el personaje de Kenny tiene más variables de composición que el de Betty, a ellos se agrega la anteriormente mencionada Juliette Lewis, y en menor medida Melisa Leo como la mujer policía que apresa a Kenny ,y Minnie Driver como la mejor amiga de Betty.