Justicia final podría haber sido una típica novela de John Grisham de no haber sido porque esta historia ocurrió realmente y es un caso legal muy famoso en Estados Unidos.
Una producción que tiene algunos puntos en común con Erin Brockovich por la hazaña que logró su protagonista Betty Anne Waters, interpretada en esta película por Hilary Swank.
En ambas propuestas tenemos como personaje principal a una mujer que se enfrentó al sistema judicial estadounidense y con mucho sacrificio logró algo que parecía en un principio imposible.
Supongo que era inevitable que este caso llegara al cine.
El film fue dirigido por Tony Goldwyn, un actor muy conocido que vimos en películas como Ghost y El último samurai, quien en este caso ofrece su mejor trabajo como director.
Antes había realizado la remake del film italiano El último beso y filmes románticos como Alguien como tú (Hugo Jackman) y La Tentación (Viggo Mortensen).
Justicia final es por lejos su mejor producción y también la más interesante.
Goldwyn no trabajó esta historia tratando de convertir el caso real en un trillado melodrama hollywoodense, sino que trabajó con bastante realismo el aspecto más humano del relato y las experiencias que vivieron sus protagonistas.
En este ocasión demuestró que es un gran director de actores donde logró sacar lo mejor de Sam Rockweell y Hilary Swank, quienes están brillantes en este film.
La películas tampoco cae en sentimentalismos forzados que muchas veces se encuentran en este tipo de películas y las interpretaciones de los dos protagonistas son muy honestas y realistas en ese sentido.
Justicia final es un muy buen drama que vale la pena descubrir especialmente por Sam Rockwell y Hilary Swank que explotan todo su talento.