Para que la memoria quede más viva que nunca
En Sudamérica comenzaron a ocurrir agitaciones sociales en las décadas del ´50 y ´60 por parte de personas que reclamaban mejores condiciones de vida, salud y trabajo, mucho más similares a las de clases sociales altas. Uruguay no fue la excepción. En los años ´60 germinaron las protestas ciudadanas y, a partir de 1968, quién estaba al mando del Estado Nacional de origen político, no militar, como Jorge Pacheco, decidió perseguir y reprimir esos reclamos populares. Esta situación derivó, años más tarde, en la toma del poder a comienzos de 1973, tras un golpe por parte de la dictadura militar.
Nicolás Méndez Casariego dirigió este documental, con la gran tarea de su equipo de producción detrás, para investigar, estudiar, analizar, buscar protagonistas, etc., y con todos esos elementos armar un importante rompecabezas cinematográfico, con la intención de comprender, divulgar y enseñarles a los propios uruguayos, y a los demás países vecinos, que ellos no estaban ajenos a los movimientos radicalizados que pululaban en la región.
A través de los testimonios de quienes estuvieron ahí en su juventud, luchando por sus ideales y convicciones políticas, la narración es una sucesión cronológica de todos los hechos que acontecieron desde que asumió la presidencia Pacheco, hasta 1983, cuando los militares abandonaron el poder. Ellos describen minuciosamente cada situación, que, junto a los archivos fílmicos, fotográficos, sonoros, recortes de diarios, publicidades televisivas de la época y comunicados de prensa escritos a máquina, por parte de las distintas agrupaciones políticas de izquierda que surgían, le dan un sustento mucho más firme y poderoso para que la memoria quede más viva que nunca.
Estas declaraciones son breves y las van alternando con los archivos y recreaciones ficcionadas con actores para convertir al relato en algo ameno de ver. Porque no aburre, la compaginación le da un gran dinamismo a la narración, junto a las canciones a tono de lo que se está contando No se apunta a la solemnidad ni al dramatismo para provocar la lágrima fácil. Las emociones son dejadas de lado. Tampoco se busca la victimización de los protagonistas. Sólo ser lo más claro, didáctico y objetivo posible, para contar el peor período de la historia uruguaya, que fue muy poco tratado por los medios artísticos del país oriental, muy por el contrario de lo que se hizo, y se sigue haciendo, en nuestro país.
Gracias a una sólida crónica y a un importante trabajo en equipo, podemos darnos cuenta de que, en esos tiempos, de este lado del mapa, se cocieron las mismas habas sin importar los padecimientos de los países afectados bajo las doctrinas de las dictaduras militares.