Kombit significa en creole haitiano, hacer algo juntos. Así se llama la película de Aníbal Garisto que documenta las condiciones en las que se desarrolla el cultivo de arroz en Haití.
La película registra el proceso, totalmente artesanal y orgánico, que realizan hombres y mujeres trabajando juntos. Lejos de cualquier marca de producción industrial, vemos cómo se prepara la tierra, se procede a su riego, se obtienen los granos a golpe de las hojas contra una piedra, se lavan, se secan… sosteniendo una manera ancestral de trabajar, que implica dos acciones fundamentales: la primera, corporal, poner el cuerpo en un hacer que lo relaciona con el esfuerzo físico, la segunda, social, porque ese cuerpo forma un cuerpo comunitario y colectivo donde se reencuentra con otrxs.
Esta práctica transmitida por generaciones que les permite vivir de la tierra, se verá interrumpida en los 70´s y 80´s con el ingreso de empresarios estadounidenses, conformando una competencia desleal que amenaza las economías agrarias de tipo familiar en todo el mundo. En 2010, después del terremoto que deshizo prácticamente al país, se conforma la Organización Haitiana para el Desarrollo, que trabaja con campesinos y campesinas, que propiciará la búsqueda conjunta de soluciones y el armado colectivo de proyectos.
La dinámica de la narración es mostrar la vida laboral y cotidiana de estas comunidades haitianas y aportarle distintas voces que van contando la historia. Así, los testimonios nos explican que el cultivo de arroz se produce igual que hace 200 años, con descendientes de esclavos negros que viven aislados del resto del mundo, conformando una comunidad propia. El problema radica en la dificultad de vender su producto en el mercado, especialmente después de la dictadura de Duvalier, que abrió la importación de arroz, subsidiando al de origen estadounidense, producido en Kansas.
Otra voz que le da encarnadura política a las imágenes es la de Camille Chamber, dirigente social que se refiere al tema del desempleo que está política pro EEUU trae, de miseria y aniquilación, con un 78% de la población haitiana que vive con menos de 1,75 dólares por día. Esto trae como consecuencia la permanente migración hacia el resto del Caribe o hacia Canadá, por ejemplo. Y hacia dentro, determina ese otro país, en franca mayoría.
Recordamos que Haití constituye la primera revolución esclava del mundo, y el primer país en independizarse en Latinoamérica, en 1804. Luego, sucesivas historias de dominación europea hicieron de este territorio un énclave colonialista. Hoy es el país más pobre del continente y ha sufrido un terrible terremoto en 2010, cuyos resabios en el paisaje la película también registra. El terremoto trajo soldados que contaminaron y provocó más desastres en zonas que no estaban afectadas, como Bocozelle y el río Artibonite. Sufre la plaga que la dominación buitre de EEUU le impone, obligándolo a ser mano de obra barata, retomando el esquema esclavista de las maquilas y la sobre explotación, eufemisticamente denominada economía global.
El estreno de este documental en marzo de 2016, realizado con la política audiovisual del anterior gobierno kirchnerista, es más que bienvenido por lo necesario y oportuno. Hoy tenemos un gobierno que día a día deja azorada a la mitad de su población por el giro a favor de los grandes capitales trasnacionales, y que ya ha tomado medidas de destrucción de subsidios a la producción rural familiar o comunitaria. El testimonio de la experiencia haitiana, filmada por Garisto, nos ayuda a pensar y mucho, en el diseño nacional y regional que queremos y en el valor del trabajo cooperativo y solidario.
Kombit (hacer algo juntos) se estrenó el 10 de marzo de 2016 en el Cine Gaumont, con dos funciones diarias, a las 16:15 y 20:30.